Teoría del Equilibrio Universal
TEORÍA DEL EQUILIBRIO UNIVERSAL
Roberto Patrón
Este archivo pertenece a la edición del 2 de febrero de 2014.
Edición: 2 de febrero de 2014 Edición: 1 de enero de 2014 |
Índice
Prefacio Capítulo 1Introducción Capítulo 2Fundamentos respecto a los pares de contrarios Capítulo 3Valor, valoración y valores Capítulo 4Amor y sexo Capítulo 5Equilibrio entre contrarios Capítulo 6Futuro de la Humanidad Capítulo 7Teoría de la repulsión gravitacional Apéndice: Otro ejemplo de rechazo de los contrarios de repulsión |
Prefacio
A partir de la presente edición, de febrero 2 de 2014, marco con amarillo las partes que constituyen adiciones o modificaciones con respecto a la pasada edición, la cual puedes ver todavía en la página Teoría del Equilibrio Universal - Ene-01-2014.
CAPÍTULO1 Introducción
1.1Qué es la Teoría del Equilibrio Universal La Teoría del Equilibrio Universal es un conjunto de descubrimientos científicos, que abarca fenómenos de todos los campos del conocimiento, de manera consistente y sistemática, mediante la formulación de principios o leyes que los rigen de formas análogas, en cualidades fundamentales que todos esos fenómenos tienen en común entre sí. El descubrimiento y formulación de la mayoría de estos principios, lo realicé en 1990. El resto de estos principios y leyes, el detallado desarrollo y profundización en ellos, son resultado de otros muchos años de arduo trabajo: desde 1990 hasta el presente; años durante los cuales he realizado otros muchos descubrimientos relacionados, que pienso publicar en otros libros sucesivamente. Los principales descubrimientos en la Teoría del Equilibrio Universal, pueden resumirse en siete, en cuanto a las siguientes cuestiones:
La Teoría del Equilibrio Universal, es muy extensa y compleja, y todas sus principales conclusiones implican cambios muy grandes, es posible decir que revolucionarios, con respecto a lo que hasta ahora el ser humano ha tenido por cierto o probable en cuanto a los mismos temas. En ella he creado más de 60 nuevos conceptos. Debido a estas características, he dedicado gran parte del tiempo a tratar de explicar estos descubrimientos de las formas más claras posibles, no sólo incluyendo numerosos ejemplos concretos, sino también repitiendo a menudo una misma idea con distintas palabras. Al mismo tiempo, expongo y emito con frecuencia fenómenos y enunciados análogos usando deliberadamente las mismas o casi las mismas palabras, precisamente con el propósito de hacer más patente la analogía que hay entre uno y otro caso comparado. No está de más decir que, puesto que esta es una teoría estrictamente científica, es seguro que ningún lector que tenga ideas religiosas con respecto a los temas aquí tratados podrá entender, o mejor dicho en este caso aceptar, esta teoría. Así que, por supuesto, este es un primer obstáculo para este entendimiento. Enseguida, es necesario tomar en cuenta que para entender estos descubrimientos es imprescindible un alto grado de apertura mental ante lo nuevo y ante los cambios muy grandes, y estar libre de prejuicios de cualquier índole. Si tú ya has logrado esto, es preciso todavía algo no menos difícil: Los principales obstáculos que hay y ha habido en el ser humano para entender el Universo hasta el punto en que podrá ser entendido a partir de la Teoría del Equilibrio Universal, son de origen psicológico; tal como en otros casos en el pasado, por ejemplo debido al antropocentrismo. La capacidad para descubrir y aceptar nuevas verdades, guarda proporción directa con la valentía. La lectura de cada una de las secciones de este libro, y en el orden secuencial aquí expuesto, es muy necesaria para la correcta comprensión de cualquier otra de las secciones, aun cuando aparentemente haya poca relación entre algunas secciones o temas y otras. Aquí ningún tema es tratado sobradamente, sino al contrario: es necesario decir mucho más —y lo haré en cuanto tenga oportunidad— en cuanto a cada uno de estos temas y muchos otros, en orden a un mejor entendimiento de la Teoría del Equilibrio Universal. 1.2La universalidad de la Teoría del Equilibrio Universal Algunos principios o leyes naturales que gobiernan la conducta¹ humana, son los mismos que deciden el comportamiento de los más grandes objetos macrocósmicos según quedará demostrado; pero también regulan, necesariamente, la conducta de todo ser vivo (por muy civilizado o evolucionado que este sea, y por más que, en otros aspectos, se distinga de los humanos) que pueda existir en el Universo. Explicar y predecir el comportamiento de los humanos en algunos de sus aspectos fundamentales, resulta, en la Teoría del Equilibrio Universal, de una intención más ambiciosa: desentrañar la esencia del sentido de la vida. En la medida en que esto se pueda lograr, será posible conocer qué rasgos de conducta debe necesariamente poseer cualquier ser vivo inteligente (de cualquier lugar y civilización del Universo) en común con los seres humanos, y también qué cualidades pueden diferir. * Empleo en esta sección los términos 'conducta' y 'comportamiento' en un sentido extremamente general, que abarca, además de individuos y grupos, naciones y el género humano total, o su equivalente. 1.3La actitud en la investigación La inteligencia, la sensibilidad, la perseverancia y la ambición, son indispensables cuando se pretende realizar descubrimientos de notable trascendencia. Pero no hay en tal empresa ni una cualidad cuya importancia alcance a la del valor. No hay teoría o descubrimiento cuya insólita entidad no tenga por origen rara audacia. Y al mismo tiempo, por falta de arrojo o valor, más que por ninguna otra carencia, menudea y abunda el autoengaño hasta el extremo de que, mucho más que por su temple ante ella, el común de las personas se distingue por temor y repugnancia a la verdad. No obstante estos hechos, el valor no basta si el deseo es llegar más lejos aún, ya que existe un nivel, muy elevado, de conocimiento original desde donde el valor deja de ser de utilidad para avanzar, y en consecuencia cesa el adelanto a menos que se emplee una técnica distinta, que suelo llamar actitud suicida o búsqueda suicida. Entre el valiente y el suicida media cierta diferencia. El valiente es tal por causa de que arrostra los peligros con temor a ellos y en deseo —que es debelado de un propósito nacido del sentido del deber o de la sensibilidad— de lo contrario. El valiente, al par teme y desea. En cambio, cierto tipo de suicida, el que ya se ha suicidado de tal modo que ha quedado muerto en vida, ya ni teme ni desea absolutamente nada. De ahí la gran ventaja: los más de los peores errores, se originan por temores y deseos que subordinan la razón. Pero a tal actitud, no únicamente puede conducir el extremo descenso de los grados de temores y deseos, sino asimismo el extremado aumento de los mismos. Ante el peligro o lo temible, la actitud de quien se encuentra muerto en vida y la de quien por el contrario tiene extremamente vida, no son siempre fáciles de distinguir, y muchos invariablemente las confunden, igual que a menudo ante el loco y el genio sucede. Ambos pueden comportarse como si a la vida atribuyeran ningún o muy poco valor. La vida, que es los deseos y temores, es lo que impide conocer la vida a fondo, de manera análoga a como su calidad de humano al humano entorpece el proyecto de llegar a conocerse como tal. Y por añadidura, el ser partícipe del juego de la vida, impide conocer el Universo, ya que la manera de considerarlo está determinada grandemente por temores y deseos. La actitud o búsqueda suicida, en cambio, deja el paso libre hacia la verdad; pero cabe sólo cuando el investigador tiene un deseo de la verdad tan poderoso, que supera incluso su intenso deseo de vivir (de aquí su aparente desdén a la vida). A partir de ese momento, se progresa como libre de la vida y de la humanidad, y como evadido del Universo. No es posible conocer el Universo desde su interior, por así decirlo; es preciso hallarse fuera de él. Sumariamente: al efecto de encontrar verdades importantes, el valor es esencial; pero al de muy avanzadas, la temeridad. Al primero, ir contra múltiples temores y deseos. Al segundo, contra todos, incluyendo los acerca de la muerte y de la vida. La verdad no se conquista por enfrentamiento a ella, sino mediante abandono —de uno mismo de la vida propia— a ella, como quien al verla hundirse en un abismo, se le arroja, por completo decidido, sin hacer caso de dudas, ni de avisos, precauciones ni temores. Las verdades son así como una lluvia de diamantes a un abismo, y no hay modo de atrapar verdades grandes que abismarse hacia ellas. Ni hay, por lo demás, lugar más grato y fascinante —si realmente se ama la verdad— que lo profundo de esa sima que los más de los humanos temen y evitan. Este libro, intenta ser un viaje, una aventura exploradora, rumbo a lo hondo de ese abismo. Aclaraciones semánticas: En cualquier lugar del libro, la palabra hombre tendrá el significado de 'humano del género masculino'; nunca significará 'ser humano'. Y valor tendrá en adelante el sentido de 'objeto valorado' e 'importancia'; nunca el de 'arresto o valentía'. 1.4Amplitud de los conceptos en la Teoría del Equilibrio Universal No hay vía más eficaz para entender las partes que entender el todo. El Universo entero, está constituido de una forma extremamente simple —lo que, sin embargo, por supuesto, no implica gran facilidad para llegar a conocerlo en lo esencial—; pero es visto, de ordinario, como con extremo complicado, porque su simpleza no radica en lo particular, que es a donde suele ser dirigida la atención, sino en lo general. Una teoría que diga, de un modo que no admita ni una excepción, lo común que hay entre todos los humanos, es muy general, pero aún insuficientemente simple y amplia, tomando en cuenta que el Universo no está compuesto sólo de humanos. El fin, en consecuencia, es hallar qué hay en común entre absolutamente todo lo que existe y que pueda existir. Para este propósito, no importa tanto saber en qué difieren entre sí las cosas, como el conocer en qué son similares, procurando no caer en el error, que es muy común, de ver analogías donde no existen. La mayoría de los conceptos más importantes que suelen ser usados, son demasiado estrechos para este propósito; así que aquí emplearé algunos de ellos ampliando suficientemente sus significados.
CAPÍTULO2
Fundamentos respecto a los pares de contrarios
2.1Por qué investigar los contrarios Hay diversas razones muy importantes para investigar los contrarios, y algunas de éstas van a ser vistas a través de las diferentes secciones de esta teoría. Dos aspectos de primordial importancia en los individuos y el ser humano en su conjunto, son el amor y el sexo; los cuales requieren siempre interacción o relación entre al menos dos partes (así es incluso en cualquier relación de amor propio o autoerótica); y no hay más apreciado vínculo que el que se forma entre sexos opuestos. En la medida en que el amor y el sexo son importantes, lo son cuando menos también la acción entre contrarios y el investigar en ella. Al mismo tiempo, evidentemente la paz y la guerra, dos de las acciones más vitales entre seres vivos, implican en gran parte determinadas acciones —interacciones— entre opuestos. Además, la función del Universo como un todo, y la de todo lo que en él se encuentra, consiste esencialmente en acción entre opuestos, y según diversos descubrimientos resultantes de mis investigaciones al respecto, cada acción y cada movimiento, animado o inanimado, por leve o de peso que sea, en cualquier lugar del Universo está regido por unos mismos principios o leyes que regulan las funciones de todo par de contrarios que existe; principios y leyes que aquí expongo. 2.2Principio de paralelismo Si hacemos una comparación entre cualquier par de pares de contrarios, por ejemplo, luz - oscuridad y vida - muerte, encontraremos que en uno y otro par hay rasgos que los hacen paralelos entre sí. Por ejemplo, es de notar que mientras que la vida es asociada por la gente más frecuentemente con la luz que con la oscuridad, a la muerte se le suele vincular más a menudo con la oscuridad que con la luz. Asimismo, la alegría y la luz son asociadas de ordinario más la una con la otra que la oscuridad con la alegría o la felicidad, mientras que la tristeza suele ser más asociada con la oscuridad que con la luz. Por intuición, casi cualquier persona sabe vagamente que entre algunos pares de contrarios hay cierto paralelismo. Sin embargo, después de analizar rigurosamente y con todo detalle más de trescientos pares de contrarios, incluyendo todos los más importantes que he podido encontrar y muchos de ellos muy diversos entre sí, he encontrado que el antedicho paralelismo existe en todos ellos, sin excepción, y que debido a la función y la vital importancia que ese paralelismo tiene en cada par de contrarios, necesariamente debe existir también en cualquier otro par de contrarios que existe o que pueda existir. Estar consciente de esta realidad y tenerla presente al investigar, es de gran utilidad al comparar los pares de contrarios entre sí, pues el paralelismo no radica meramente en rasgos semejantes entre los contrarios de un par y los contrarios de cualquier otro par, sino además en el modo que cada par de opuestos tiene de interaccionar o interrelacionar. Por lo tanto, podemos enunciar el siguiente principio: Principio de paralelismo: todo par de contrarios es en lo esencial análogo a cualquier otro par de contrarios.
Mediante el método analógico, apoyado en el principio de paralelismo, iremos descubriendo en adelante los secretos de los pares de contrarios, al paso que iremos corroborando y comprendiendo tal principio. 2.3El par de contrarios fundamental Todo cuanto existe está en movimiento, y éste es siempre efecto de atracción y/o repulsión entre dos o más partes. Al hablar del movimiento de las partes, las palabras “atracción” y “repulsión” suelen ser circunscritas a los campos de la física y la química. No obstante, cuando la gente habla del amor y del odio y de la paz y de la guerra, en realidad está hablando, respectivamente, de atracción y de repulsión; las mismas atracción y repulsión que, si bien manifestadas de un modo distinto y en otros ámbitos, regulan el comportamiento de los átomos y las galaxias. Y asimismo, cuando la gente habla de la vida y de la muerte, del placer y del dolor, de la unificación y la separación, en rigor está aludiendo a consecuencias de las antedichas atracción y repulsión. La atracción y la repulsión actúan mediante mecanismos más sutiles entre humanos que entre átomos y entre galaxias. Pero de cualquier manera las interacciones entre seres vivos obedecen invariablemente a atracciones y repulsiones. En consecuencia, relacionaremos todos los contrarios por analogía con los contrarios fundamentales atracción y repulsión. De este modo, cabe distinguir dos tipos de contrarios, que denominaremos como sigue: contrarios de repulsión (por ejemplo, odio, frío, muerte, insensibilidad, pasado) en la hilera izquierda de la clasificación, y contrarios de atracción (amor, calor, vida, sensibilidad, futuro, etc.) en la hilera opuesta. Obviamente, los contrarios de atracción no son contrarios entre sí, sino de los de repulsión, y viceversa.
* La razón de la precedencia de los contrarios de repulsión a los contrarios de atracción, cosa que probablemente ya causó extrañeza en el lector, dado que normalmente son colocados en el orden inverso, será explicada en la sección sobre la asimetría entre los contrarios. 2.4Armonía y asimetría Por lo común el término simetría es visto como sinónimo de armonía. Al mismo tiempo, es frecuente, sobre todo entre los físicos y entre los matemáticos, considerar la simetría como una guía hacia la verdad, con base en el supuesto de que el Cosmos es simétrico. No obstante, uno de los principales resultados de mis investigaciones es que en realidad todo el Universo está cualitativamente basado en la asimetría, y no en la simetría. El Cosmos no es, en lo fundamental, cualitativamente simétrico, sino asimétrico; además, lejos de haber en ello algún defecto, en ello precisamente radican su existencia y su óptimo funcionamiento. La armonía, o el óptimo funcionamiento, del Universo es consecuencia de la asimetría cualitativa que en él existe en lo fundamental. Es precisamente dicha equivocada repelencia a lo asimétrico uno de los principales obstáculos para llegar a entender el funcionamiento del Universo y de la vida en él. Y es una limitación de origen psicológico: al igual que la guerra y la muerte, lo asimétrico es sentido como repulsivo. Los científicos desean por lo común que el Universo sea simétrico. Pero si la verdad tuviera para el investigador mayor estimación aún que la que tiene por su propia vida, no vería ningún inconveniente en recelar en serio de la idea de que en el Universo la muerte, la guerra y la asimetría, no puedan cumplir funciones cuando menos tan indispensables como las que desempeñan la vida, la paz y la simetría. Por supuesto, las conclusiones de las que hablo aquí no son consecuencias únicamente de la superación de susodicho problema psicológico al investigar, sino que resultan de la investigación de gran cantidad de fenómenos y de múltiples confirmaciones de una hipótesis cuya formulación sólo es posible una vez que ha sido rebasada la antedicha limitación psicológica. 2.5Asimetría en los pares de contrarios En esta sección comenzaremos por considerar la relación entre contrarios, con el fin de comprender por qué razón existe en cada par cada uno de sus miembros. De esta manera nos percataremos de que la función y la razón de ser de los contrarios de atracción, son diferentes con respecto a las de los contrarios de repulsión. Por ejemplo, en el par de contrarios espacio - materia. La respuesta a la pregunta de si la materia podría existir independientemente del espacio, es evidentemente no. Es imposible imaginar materia sin espacio, y no me refiero solamente al espacio que hay entre la materia, sino también al espacio que toda materia ocupa. Podemos, por lo tanto, considerar que para que la materia exista es imprescindible la existencia del espacio. Pero la respuesta es muy distinta si nos preguntamos si sería posible que el espacio pudiera existir sin la existencia de la materia. Puede haber inclinación a responder que sí, puesto que al menos no se ven impedimentos físicos para que pueda ser tal cosa. No obstante, antes de responder es necesario, sin considerar el lado físico, buscar en la razón de ser de la materia y el espacio. Si tuviéramos que elegir entre el espacio y la materia el principal, sin duda alguna habría una tendencia a votar más por la materia; igual que más por el amor, el calor y el futuro que por el odio, el frío y el pasado, respectivamente. Es decir: habría tendencia a votar más por los contrarios de atracción que por los contrarios de repulsión. Sin embargo, para que pueda existir la materia (que en cierto modo puede ser vista como principal), es imprescindible la existencia del espacio. La materia existe gracias al espacio, y por esta sencilla razón no se puede afirmar sin error que este contrario, el espacio, sea de menor importancia que el otro, la materia. Ciertamente la alimentación (contrario de atracción) es lo atractivo; pero la defecación (contrario de repulsión), por repulsiva que resulte, es tan indispensable como la alimentación, y en consecuencia, no reviste menos importancia. La razón de ser de la defecación es dar lugar a la alimentación. Y análogamente, la razón de ser del espacio es dar lugar a la existencia de materia. Así, y también sobre la base y la confirmación resultantes del análisis de cada uno de los cientos de pares de contrarios que he investigado, es posible enunciar la siguiente inferencia: los contrarios de atracción (p. ej.: materia, futuro, alimentación, unificación, etc.) son contrarios finales, puesto que ellos radica la razón de ser de la existencia del Universo y de la vida que hay en él. Dicho de otra forma: el Universo y la vida persiguen los contrarios de atracción; son éstos sus fines o metas. Y asimismo, los contrarios de repulsión (p. ej.: espacio, pasado, defecación, separación, etc.) son contrarios mediales puesto que en ellos reside el medio o camino hacia los contrarios de atracción. Para decirlo de otro modo: los contrarios de repulsión son causas de los contrarios de atracción, y éstos son efectos de los contrarios de repulsión. En definitiva, la razón de ser de todos los contrarios de repulsión, es dar lugar a los contrarios de atracción. Todos los contrarios de atracción existen como resultado de la existencia de sus respectivos contrarios, los de repulsión. Podemos ahora responder a la pregunta de si es posible que el espacio exista sin que haya materia también: si la razón de ser del espacio es dar pie a la existencia de la materia, sin materia el espacio no tendría razón de ser, y por lo tanto no es posible que exista independientemente. Así que la existencia del espacio depende tanto de la existencia de la materia, como la existencia de ésta depende de la existencia de aquél. Es importante enfatizar que una y otra dependencia son —si bien cuantitativamente idénticas— cualitativamente diferentes, como es posible ver en los ejemplos que he puesto. La existencia del espacio y la existencia de la materia dependen mutuamente como la existencia del cimiento y la existencia del edificio: no puede haber edificio sin base, ni base sin edificio. Pero esta dependencia mutua y sus características cuantitativas y cualitativas, son en todos los pares de contrarios, y no meramente en los pocos pares sobre los cuales he hablado hasta ahora. Esta asimetría cualitativa, implica que a nivel general y a nivel particular la existencia de los contrarios de repulsión y de los contrarios de atracción en el campo de lo inanimado depende estrictamente (es decir, necesariamente) de la existencia de los contrarios de atracción y de los contrarios de repulsión, respectivamente; e implica también que en el campo de lo animado esa dependencia es igualmente estricta a nivel general, pero no lo es a nivel particular (esto implica que en algún caso o en muchos casos puede existir contrario de repulsión sin contrario de atracción, y viceversa; pero tal monopolaridad no puede existir en todos los casos). En síntesis, la dependencia mutua de los contrarios en el campo de lo inanimado ocurre siempre a nivel general y a nivel particular, y en el campo de lo animado ocurre siempre a nivel general y puede ocurrir o no ocurrir a nivel particular. Es muy importante tener presente siempre esta diferencia, en cuanto a cada par de contrarios considerado, para poder entender claramente, sin confusión, cómo interaccionan los contrarios. Durante esta exposición, con frecuencia voy a señalar esa diferencia al hablar de otros pares de contrarios, y explicaré a qué se debe entre lo general y lo particular entre los campos de lo inanimado y de lo animado. Aunque los contrarios de atracción y los contrarios de repulsión dependen unos de otros en igual medida, con objeto de tener presente que hay asimetría cualitativa en dicha interdependencia, llamaremos contrarios independientes a los contrarios de repulsión, y contrarios dependientes a los contrarios de atracción. Así, por ejemplo, el sustantivo (contrario de repulsión) es un contrario independiente, o que depende de su opuesto únicamente porque a falta de él carece de razón de ser, y el adjetivo (contrario de atracción) es un contrario dependiente, o que guarda dependencia con su opuesto porque en él tiene su sustento, su fundamento. Recapitulando, los contrarios de repulsión son mediales y a la vez pueden ser llamados independientes; y los contrarios de atracción son finales y al mismo tiempo pueden ser llamados dependientes. Esta distinción de los contrarios en mediales y finales, lleva implícita la idea de que unos son causales y otros efectuales,* respectivamente. Por ejemplo, el recibir (contrario de atracción) tiene por causa el dar (contrario de repulsión), y el dar tiene como efecto el recibir. El dar es la causa del recibir, que es un efecto del dar. El dar, por tanto, es causal; el recibir es efectual. Asimismo puede afirmarse que el dar es un medio para el recibir, que es el fin u objetivo; y por ende, el dar es medial, y el recibir es final. Además la dependencia e independencia en este par es como sigue: puede haber dar sin recibir, pero no puede haber recibir sin dar, y por esto el dar puede ser llamado independiente (del recibir) y el recibir puede ser llamado dependiente (del dar). (Aunque hay que ver que el dar tiene razón de ser porque conduce hacia el recibir, si bien no siempre, con frecuencia; y que si el dar nunca en absoluto condujera hacia el recibir, su existencia carecería totalmente de razón de ser; razón por la cual la existencia del dar, en rigor, depende tanto de la existencia del recibir, como la existencia de éste depende de la de aquél.) Para ver de otra forma esta asimetría y entenderla mejor, es preciso notar que los contrarios de atracción constituyen reacciones hacia los contrarios de repulsión, que a su vez son acciones. Siempre en concordancia con este paralelismo, esta asimetría es en todos los pares de contrarios; en todos los pares de contrarios ocurre esta asimetría en un sentido amplio de los conceptos de acción y reacción; es decir, en el sentido —ya antes mencionado— de que los contrarios de atracción son resultados (reacciones, efectos, fines) de los contrarios de repulsión, que son intentos (acciones, causas, medios). En muchos pares de contrarios, la propiedad asimétrica acción - reacción ocurre además en un sentido relativamente estricto de los conceptos de acción y reacción; por ejemplo en los pares: dar - recibir, pregunta - respuesta, delito - castigo, ácido - antiácido, etc. El orden, la respuesta, la paz, la virtud, la riqueza, el conocimiento, el castigo, la defensa y la verdad (contrarios de atracción), surgen como reacciones, respectivamente, al desorden, la pregunta, la guerra, el vicio, la pobreza, la ignorancia, el delito, el ataque y la falsedad (contrarios de repulsión). Más adelante, a menudo me referiré a este significativo rasgo de la asimetría entre los contrarios, con el fin de hacer más entendible la teoría del equilibrio. Otro rasgo de asimetría en todos los pares de contrarios es el siguiente: los contrarios de repulsión resultan de relajación o aflojamiento, o de menor esfuerzo, mientras que los contrarios de atracción son resultado de cierto esfuerzo o la superación de mayores dificultades. Dicho de un modo más general, los contrarios de repulsión son distensivos y los contrarios de atracción son tensivos. A los contrarios de repulsión llegamos, los seres vivos y la materia inanimada, mediante un relajamiento análogo al de una caída; es decir, a esos contrarios, sin esfuerzo alguno o con escaso, caemos o descendemos distensivamente. En contraste, a los contrarios de atracción llegamos por medio de esfuerzos análogos a los que exige una subida; es decir, subimos o ascendemos a éstos tensivamente. Por ello, a los contrarios de repulsión llegamos con mayor facilidad que a los de atracción. Por ejemplo, al orden, la respuesta, la paz y la honestidad, llegamos con menor facilidad que, respectivamente, al desorden, la pregunta, la guerra y la deshonestidad. Así mismo, es más fácil que haya diferencia que igualdad, destrucción que construcción, causa que efecto, y pasado que futuro. Así pues, sumariamente, los contrarios de repulsión son mediales, causales, "independientes", distensivos y constituyen acciones (en un sentido muy amplio de este concepto); y los contrarios de atracción son finales, efectuales, dependientes, tensivos y consisten en reacciones. Para entender mejor la clasificación, paralelística-analógica, en los pares de contrarios, es útil emplear en cada uno de ellos la frase "Es más fácil que haya... (contrario de repulsión) que... (contrario de atracción)". Por ejemplo en cada uno de los siguientes pares de contrarios y en las listas posteriormente aquí mostradas: Es más fácil que haya oscuridad que luz.
* Uso la palabra “efectual” dándole el sentido, en cualquier parte del libro, de 'de, que constituye o implica un efecto.' 2.6Principio de bipolaridad El simple hecho resultante de partir un imán en dos, nos puede servir de guía para entender mejor el amor, el sexo, la guerra, la paz y el Universo entero. En la Figura 1 (a), los lados negro y blanco corresponden a los polos norte y sur del imán. Al ser éste seccionado en dos, sería de esperar que las partes resultantes fueran dos polos aislados, o monopolos, del mismo modo en que una vara de madera que, al igual que susodicho imán, estuviera pintada de negro y blanco daría, al ser partida en dos, una vara únicamente negra y otra totalmente blanca; o de la misma forma en que un limón al ser partido por en medio da mitades de ese fruto. No obstante, el producto es muy otro: es bien sabido que cuando un imán es partido, el resultado de ello son fracciones que poseen dos polos propios cada cual; es decir, se produce un par de imanes más pequeños, como en la figura 1 (b). Y esto es sorprendente al compararlo con la vara negra y blanca mencionada que al ser partida no resulta en varas bicolores; al igual que tampoco en el caso de un limón o un libro el resultado es dos limones más pequeños o dos libros reducidos, sino un par de fragmentos incompletos. Figura 1
Este hecho parece indicar inherencia entre los polos de un imán, y, bajo la guía del principio de paralelismo, es causa de sospecha —lo mismo que el espacio y la materia— de que igualmente sucede en los demás contrarios. Y así es, según pudimos darnos cuenta ya al investigar qué función desempeñan los miembros de los pares de contrarios. De la mutua dependencia que, por la razón de ser de cada uno de ellos, hay entre los contrarios que componen cada par, se desprende que ningún par de contrarios puede ser convertido en una monopolaridad (a nivel general). Rige entonces entre los contrarios un principio que, de la manera más sencilla, es posible enunciar como sigue: ningún contrario puede existir sin la existencia de su contrario correspondiente. Sin embargo, para una mayor precisión, hay que ver que los polos, esto es, los contrarios, tienen que existir relacionados entre sí: no basta con que existan ambos en algún lugar del Universo aisladamente; tienen que estar en relación entre sí, para que pueda haber entre ellos la influencia que permite su existencia. Entonces, el principio es más exactamente de este modo: Principio de bipolaridad: ningún contrario puede existir sin la existencia de su contrario correspondiente, ni sin relación con él. Además, es necesaria una segunda precisión: la necesidad de la relación entre los contrarios, es respecto a la manera en que éstos deben existir para que el Universo y la vida funcionen óptimamente. Por esto, las monopolaridades no pueden existir a nivel general. Pero no es así necesariamente entre todas las partes que componen el conjunto (un sistema aislado); hay excepciones normalmente. Por ejemplo, si bien es cierto que no podría existir el hombre sin la mujer ni la mujer sin el hombre en la totalidad de los humanos, las monopolaridades son posibles en casos particulares; por ejemplo, puede haber, dentro de tal totalidad, mujeres sin pareja, esto es, sin hombre, así como hombres sin mujer;* y así mismo, desde luego, después de un tornado o una guerra o por la interrupción de una obra recién iniciada, puede haber sólo cimientos, y en otros casos, incluso, construcciones carentes de ese apoyo; dar sin luego recibir, y recibir sin haber dado. Pero aun así las monopolaridades a nivel individual son una anomalía opuesta al progreso, que no en todos los pares de contrarios puede existir; p. ej., en el caso del par sueño - vigilia, a diferencia del celibato o la abstinencia de relaciones de pareja con el sexo opuesto, la privación de sueño es imposible por tiempo indefinido en cualquier ser humano. Para los fines del progreso, o del mayor progreso, las monopolaridades no deben existir a nivel general ni a nivel individual. Mientras que en el caso de un imán la inherencia entre contrarios es de tal modo que al ser partido por la mitad, separando sus polos opuestos, se genera automáticamente, es decir, instantáneamente, sin demorar ni un segundo, un par de imanes con sus dos polos opuestos cada cual, en el caso de los pares de contrarios relativos a la vida la necesidad de la interrelación o interdependencia es un poco menos estricta; por ejemplo, las personas que padecen la muy rara enfermedad insomnio familiar fatal inevitablemente mueren meses después, no inmediatamente, de que se manifiesta la imposibilidad de dormir (aunque durante esos meses padecen diversos trastornos mentales y físicos). También, es posible imaginar que podría existir una enfermedad que matara a todos los miembros de uno de los dos sexos opuestos en los humanos, produciéndose una monopolaridad a nivel general (sólo hombres o sólo mujeres en toda la especie), lo cual no engendraría la inexistencia de la Humanidad inmediatamente, sino luego de varias décadas, tras la muerte de la última generación, debido a la imposibilidad de nueva reproducción. Pero esta temporal agónica sobrevivencia en la monopolaridad, no significa que entre los seres vivos no haya inherencia entre los contrarios. De cualquier manera, la relación entre contrarios es vital para la vida y el progreso de la vida. Pueden existir "monopolos", pero siempre en relación e influencia con otros "monopolos" contrarios a ellos; es decir, no pueden existir monopolos totalmente aislados de sus polos correspondientes. Los polos pueden existir separadamente de sus polos correspondientes, y en este caso constituyen monopolos; pero ello sólo puede ocurrir en casos especiales y a nivel particular. En realidad, un rasgo esencial del polo a nivel general es que su existencia tiene por finalidad la mayor cercanía física posible entre ellos (incluso entre polos que constituyen partes en conflicto), de tal modo que se facilite lo más posible la influencia recíproca entre ellos. Sin embargo, ello no significa que necesariamente todos los polos entre sí contrarios estén de hecho cerca entre sí. De hecho, en muchos casos están separados, muy separados incluso, puesto que la separación física, geográfica o cosmográfica, no necesariamente implica un aislamiento entre los polos. De hecho, si bien la cercanía física entre polos como, por ejemplo, "mujer" y "hombre" puede contribuir a la comunicación entre estos polos, no hay necesariamente proporción directa entre una condición y la otra, es decir, entre la separación y el aislamiento, ni entre la unión y la comunicación influyente (o influencia comunicacional). De hecho en muchos casos particulares dos polos están muy lejos, muy separados físicamente el uno del otro, y al mismo tiempo están en extremo comunicados e influyéndose en extremo mutuamente. Así, por ejemplo, llega a ocurrir en casos como el de un hombre y una mujer enamorados entre sí que se comunican e influyen recíprocamente mucho por correo mientras están en lugares extremadamente distantes uno del otro dentro del planeta en que viven. Y lo mismo en otros muchos casos de otros muchos pares de contrarios podría suceder de tal modo que, cuando menos en teoría, dos partes, dos polos, físicamente situados en extremos del Universo (suponiendo que el Universo sea finito) o infinitamente separados (suponiendo que el Universo sea infinitamente grande) pueden influirse mucho recíprocamente, y así mantenerse siendo cada una base o fuente de la existencia y el progreso de la otra parte por tiempo indefinido. No es lo mismo existir separadamente que existir aisladamente. La existencia separada de los polos es totalmente posible en muchos casos particulares (pero no de manera generalizada), hasta el punto de que dos polos podrían existir en extremos cosmográficos opuestos en el Universo, suponiendo que el Universo sea finito, o pueden existir en extremos cosmográficos infinitamente opuestos del Universo, suponiendo que el Universo sea infinitamente grande. Sin embargo, tal existencia implicaría necesariamente la existencia de una relación de causa y efecto circular entre los dos polos, pese a la enorme distancia, es decir, la existencia de una influencia recíproca simultáneamente causal y efectual. En cambio, la existencia de polos con absoluto aislamiento recíproco es totalmente imposible. Siempre que en el caso de una bipolaridad, como, por ejemplo, la compuesta por el polo sur y el polo norte de un imán, un polo es separado del otro, si esa separación implica al mismo tiempo un aislamiento total entre un polo y el otro o entre cualquiera de los polos y cualquier cosa que haga las veces del otro polo, ello conducirá enseguida al surgimiento de otra parte que sustituya al polo faltante, es decir, que se convierta en el polo faltante, o si ello no llegara a ser posible, conducirá a la inexistencia de esos dos polos (como lo que hasta entonces eran, sin que ello implique, por supuesto, la destrucción, sino sólo la transformación, de la materia o energía que los constituye. Sin embargo, la separación física entre los polos de este ejemplo y de cualquier otro par de contrarios, es siempre posible si se mantiene la comunicación e influencia recíproca entre los polos, o entre cualquiera de los polos y cualquier otra cosa que lo sustituya debidamente, es decir, que en lo esencial aporte al otro polo lo mismo, el mismo sostén, que el polo al que está reemplazando le aportaba, y en tal caso con toda lógica es posible considerar que esa parte sustitutiva de uno de los polos, puesto que en lo esencial cumple la misma función que el polo reemplazado, es en esencia ese polo mismo, es esencialmente lo mismo que ese polo, es en esencia indistinguible de él, y, por lo tanto, es posible decir también con toda lógica que tampoco en tales casos ha llegado a existir un polo completamente aislado de su polo correspondiente. Concretamente, por ejemplo, es posible inducir la existencia de imanes de un solo polo, siempre que esa parte inductora haga esencialmente las veces del polo que está reemplazando, y en tal caso podemos decir muy lógicamente que esa parte inductora es el polo "faltante", y que por lo tanto en realidad ninguno de los polos en ningún momento ha llegado a existir de manera totalmente aislada y sostenida por tiempo indefinido. Es decir, que en ningún momento ha existido en tal caso un monopolo totalmente aislado (y sostenido por tiempo indefinido) de su polo correspondiente. Podría crearse un imán con un solo polo, separando sus dos polos uno del otro, y creando así dos imanes monopolares; pero esto dependería del concepto que tengamos, es decir de cómo definamos, un monopolo. Si lo definimos como algo que simplemente puede existir separadamente de su polo contrario, entonces la existencia de los monopolos es factible. Pero si lo definimos como algo que existe o puede existir aisladamente de su contrario correspondiente, entonces su existencia sólo puede ser en la fantasía de una manera sostenida, o en la realidad únicamente como efímera secuela de la muerte de su polo correspondiente; como, por ejemplo, en el caso de la relativamente efímera continuación de la existencia, como por inercia, de la mujer o del hombre tras la la desaparición (generalizadamente, a nivel general) de todo hombre y de toda mujer en respectiva comunicación con ellos. Como resultado de dicha desaparición, ocurre normalmente un surgimiento de homosexuales, que actúan como sustitutos del polo faltante. Si tal homosexualidad realizara de un modo tan esencial el papel del polo faltante dentro del sistema, que incluso se hiciera posible la reproducción gracias a esas relaciones "homosexuales", ya no estaríamos hablando entonces, en rigor, de relaciones verdaderamente homosexuales, sino de verdaderas relaciones heterosexuales, en que una parte del sistema compuesto únicamente de hombres o únicamente mujeres, se convirtió, respectivamente, en mujeres o en hombres auténticos. Análogamente, en la inducción de la monopolaridad en un imán, inicialmente puede pensarse ilusoriamente que la parte inductora está actuando del mismo modo que un homosexual dentro de un sistema en que sólo hay otra persona u otras personas del mismo sexo, cuando en realidad si esa parte inductora logra sostener por tiempo indefinido la existencia de la monopolaridad sobre la que está ejerciendo influencia, entonces es tan esencialmente parecida al polo que está reemplazando, que su actuación dentro de ese sistema no es en modo alguno comparable en lo esencial a la de un homosexual en el más arriba mencionado análogo sistema, sino que es completamente comparable, en lo esencial, al papel desempeñado por un verdadero heterosexual; y, por lo tanto, con toda lógica podríamos, y deberíamos en beneficio de lo más cercano a la verdad, ver a tales "homosexuales" exactamente como verdaderos heterosexuales. En otras palabras, cuando se crea un imán monopolar de tal modo que éste solamente tiene, por ejemplo, polo sur, la parte inductora de esa anomalía se ha convertido en el polo norte; y así, en realidad, nunca se ha producido en tal caso, como en ningún otro caso en todo el Universo, una indefinidamente sostenida monopolaridad completamente aislada de su correspondiente opuesta polaridad. * Más adelante, en la sección “Ley de rebipolarización&?rdquo;, hablaré de una forma de bipolarización que ocurre incluso en estos casos individuales de aislamiento. 2.7Principio de las dos causas y los dos efectos Innúmeros juicios que se oyen o leen, de boca o pluma tanto de la gente que es bastante inteligente como de la que lo es menos, adolecen del error de suponer, de un modo implícito o explícito, que entre los seres vivos puede haber algún efecto que proviene necesariamente de una causa determinada, y que, asimismo, puede haber alguna causa que conduce necesariamente a cierto efecto. Que el efecto de soltar en el aire una pelota de tenis sea que caiga al suelo y que rebote varias veces es normal. Sería anormal que ocurriera otra cosa, o que ocurriera lo contrario: que quedara suspendida o se elevara; que al tocar el suelo no rebotara o se hundiera en él. No obstante, estos efectos anormales en el mundo inanimado son normales en el mundo de los seres vivos. La gravedad de un planeta atrae a una pelota hacia él; el olor de un pan atrae a una rata hacia él. Pero la rata puede reaccionar de varios modos: uno de esos modos es una reacción exactamente opuesta a la esperable. Sería de esperar que la rata se acercara al pan; pero bien podría ocurrir que, aun con hambre, se alejara desconfiada del pan que la tienta, como una pelota de tenis que al ser soltada en el aire se elevara o alejara del suelo que la atrae. En este caso, una causa, o estímulo, no puede tener necesariamente un solo efecto, o reacción, sino uno de dos, o de más efectos, que son contrarios entre sí. Asimismo, no puede haber reacción o efecto que provenga necesariamente de cierto estímulo o causa. Por ejemplo, el hecho o efecto de que la rata se aleje del pan, puede tener por causa tanto el que éste sea atractivo como el que sea repulsivo. Análogamente, no se puede estar seguro de que el llanto de alguien obedezca a un incidente adverso, ya que bien puede nacer de una ocurrencia favorable. Así, en cuanto a la conducta de los seres vivos se refiere, enunciaremos los siguientes dos principios: Principio de las dos causas: todo efecto puede tener cualquiera de dos causas contrarias entre sí. Principio de los dos efectos: toda causa puede llevar a cualquiera de dos efectos contrarios entre sí. También, es posible referirse a ambos principios con la denominación principio de las dos causas y los dos efectos. Nótese que hay dos tipos de relación entre causa y efecto. La causa y el efecto pueden, o ser iguales, o ser contrarios entre sí. Por ejemplo, cuando la causa es un golpe que A da a B y el efecto es un golpe que B da a A, podemos llamar a estos hechos causa igual y efecto igual. Mas cuando la causa es un golpe que A da a B, y el efecto es que B acaricia a A, llamaremos a estos hechos causa contraria y efecto contrario. Ahora bien, se dan los casos de que un golpe que A da a B trae por efecto no otro golpe ni una caricia, sino llanto o risa, o dolor o placer, donde el llanto y el dolor no son exactamente iguales al golpe causante, ni la risa y el placer son exactamente lo contrario de dicho golpe. Sin ser lo mismo que el golpe, el llanto y el dolor se hallan del mismo lado de la clasificación que aquél, y, por esta razón, diremos que cuando un golpe causa dolor o llanto, hay causa igual adyacente y efecto igual adyacente. Y a la inversa, puesto que la risa y el placer se encuentran, en la clasificación, del lado opuesto al lado en que se encuentra el golpe, cuando un golpe causa placer o risa diremos que hay causa contraria cruzada y efecto contrario cruzado. Al igual que se suele tender, al razonar, a cerrar los ojos ante la función que desempeñan los contrarios de repulsión, suele menospreciarse la importante relación contraria que hay entre causa y efecto constantemente; es más común la errónea consideración de que una causa debe llevar a un efecto igual, y que un efecto debe tener una causa igual. Ejemplo de ello es la muy extendida creencia de que el amor despierta necesariamente amor, cuando la realidad es que el amor o muestras de amor, si bien muy raras veces es causa de odio, es muy frecuentemente causa de rechazo. La mayoría de los seres humanos, por experiencia, ha llegado a conocer tal cosa; pero hay cierta resistencia al reconocimiento de esta realidad, o se le considera con frecuencia, de un modo consciente o inconsciente, como un error infortunado de la forma en que funciona el Universo, o de manera más particular, la vida humana o la de algunos individuos. Sin embargo, en la gran mayoría de los casos de efecto contrario no hay nada de anormal ni erróneo.
CAPÍTULO3
Valor, valoración y valores
3.1Valor La vieja disputa respecto al valor, sobre todo en cuanto a su objetividad o subjetividad, contiene en sus preguntas y argumentos no pocos errores serios. Y aquí, por supuesto, vamos del todo a desentendernos de los pareceres —no de los datos aportados en cuanto a hechos— de los demás, en beneficio de la independencia de juicio. El valor de las cosas, su importancia, es su utilidad. Ampliando con extremo este concepto, es útil una cosa en la medida en que algo modifica o determina; y como todo lo que existe —incluso un trozo de basura— influye, en un grado variable, en algo, todo sirve o es útil para algo. De este modo, una cosa que estuviera aislada por completo, no tendría ningún valor; pero como nada está en esa circunstancia, todo lo que existe vale. En un sentido menos amplio, es útil una cosa sólo cuando sirve a un fin inteligente o provechoso de algo o alguien. De esta forma, una camisa puede como tal perder su utilidad para alguien al romperse. Y aunque en este concepto ordinario de lo útil es posible en gran medida conocer qué tiene utilidad, no es posible alcanzar un completo conocimiento de la utilidad de algo (cualquier cosa que sea). (Para ser lograble tal conocimiento, habría de ser también posible conocer enteramente todas las necesidades del objeto para el cual se busca utilidad y, para esto, todas sus finalidades, cosa que a su vez exigiría el completo conocimiento de todo el Universo.) La utilidad, o valor, de las cosas, es completamente independiente del conocimiento acerca de ella. Las cosas no comienzan a ser útiles desde el momento en que alguien les descubre alguna utilidad, sino independientemente de ello. Por ejemplo, un perro no precisa conocer que tiene corazón, para que tal órgano empiece a funcionarle y serle útil; y el humano no comienza a razonar desde que sabe que el cerebro le es de utilidad para ello. En realidad, sucede a la inversa: primero las cosas son útiles, y después se les descubre como tales. De hecho, el sentido de la ciencia, y en gran parte el de la vida, estriba en ir descubriendo a las cosas sus utilidades, su valor. Este menos general concepto de lo útil o valioso, es el que emplearemos en lo sucesivo. 3.2Necesidad - Satisfacción En el par necesidad (insatisfacción) - satisfacción, el fin es la satisfacción; pero este contrario no puede —a un nivel general— en modo alguno prescindir de la insatisfacción, que es el único medio hacia él. La satisfacción (contrario de atracción) es, pues, final, tensiva y dependiente, en tanto la insatisfacción es medial, distensiva e independiente (aunque hay que recordar que tal independencia no lo es en rigor: sin la existencia de satisfacción, la insatisfacción carecería no menos de sentido —y por lo tanto no tendría existencia— que lo que sería imposible la satisfacción sin la previa existencia de la insatisfacción). Para entender con claridad la interacción o alianza medio-fin que, sin excepción, en todo par de contrarios ocurre, es muy ilustrativo el coito: en él el fin, lo pretendido, lo deseado por ambas partes, es la introducción (contrario de atracción), y nunca la extracción (contrario de repulsión) del pene en la vagina. No hay en realidad por lo común en la extracción ningún placer de origen psíquico, y el físico es no más que un subproducto inevitable de ella. Y como la penetración es atractiva no como un estado, sino como proceso o acción, para poder ser prolongada mediante las repeticiones le es imprescindible la extracción. Por lo demás, la introducción es un proceso conseguible de un modo tensivo; la extracción, en cambio, es distensiva. (Esta asimetría, es notable en el hecho de que la fuerza y la velocidad con que se impulsa el cuerpo en la penetración —a menudo incluso en posiciones sexuales en las que la gravitación favorece la penetración— es mayor normalmente que en la extracción. Y es, esta asimetría, como en todo otro par de contrarios, análoga a la del hecho de que la unión de la pareja, con esmero conseguida —o sea tensivamente— se convierta en desunión, o en separación, como resultado de la dejadez —distensivamente—.) La insatisfacción y la extracción —como cualquier otro contrario de repulsión— son exactamente tan imprescindibles como sus respectivos contrarios de atracción. 3.3Tipos de necesidad y de satisfacción La frase "necesito comer" puede tener dos significados muy distintos: quien la dice enuncia el juicio de que debe alimentarse (debido, por ejemplo, a que ha notado en sí mismo debilidad o demasiada delgadez), o bien expresa sensación de hambre. Distinguiremos dos tipos de necesidad, denominándolas necesidad experimentada y necesidad sentida. En este concepto, la necesidad experimentada no implica en sí misma ningún sentir. Cuando una persona dice a otra "te necesito" puede estar emitiendo el juicio de que experimenta necesidad —independientemente de lo sentido— de esa persona, o bien puede estar expresando que siente necesidad —independientemente de lo experimentado— de esa persona, o puede estar enunciando ambas cosas. Uno y otro tipo de necesidad a menudo ocurren con disparidad, o existe una sin la otra (no en lo general, sino en casos particulares); por ejemplo, una persona obesa que emite la frase dicha al inicio, puede carecer de la necesidad experimentada y a la vez tener en gran medida la segunda; mientras que una persona delgada puede tener mucho la primera y nada, o también mucho, la necesidad sentida. Además hay entre una y otra necesidad la diferencia de que la experimentada puede ser independiente de la consideración de quien la tiene, y de todo otro juicio, mientras que de la sentida, por supuesto, está consciente normalmente quien la padece. Los contrarios de estas dos necesidades, respectivamente, son la satisfacción experimentada y la satisfacción sentida. La primera, constituye el beneficio o provecho que, con independencia de la satisfacción sentida, parcialmente o del todo cumple una necesidad experimentada, y a veces también sentida, por el sujeto. Necesidad experimentada - Necesidad sentida - Satisfacción experimentada - Satisfacción sentida Al mismo tiempo, la frase "necesito un extintor" lleva en sí misma una ambigüedad que sólo puede disiparse por el tono alarmado o tranquilo con el que se dice, o teniendo a la vista las circunstancias. Puede, en efecto, indicar la necesidad de apagar un incendio presente, o bien la necesidad de extinguir un incendio eventual. Llamaremos, por tanto, a éstas, respectivamente, necesidad por actualidad y necesidad por previsión. (Naturalmente, ambas necesidades son actuales, y esta distinción adjetival subraya sólo el hecho causal de que en la primera necesidad el problema o el inconveniente que la origina y cuya solución es buscada existe en el tiempo presente, mientras que en la segunda necesidad en el futuro, de un modo eventual, prevenidamente.) Y una y otra necesidad puede ser experimentada o sentida. 3.4Valoración cognoscitiva y valoración desiderativa Al mismo tiempo que el valor, existe, por otra parte, la valoración. Ésta es subjetiva debido a ser llevada a cabo en el sujeto, mientras que el valor es objetivo debido a que tiene su sede en el objeto. En el par objeto - sujeto, el sujeto es el contrario de atracción, y el objeto es el contrario de repulsión. Éste es un contrario independiente; aquél, dependiente. En efecto, podríamos pensar que la existencia del objeto es independiente de la del sujeto, y que la existencia de éste depende de la de aquél. No obstante, la existencia del objeto sin la del sujeto sería tan absurda como la existencia del espacio sin la materia, y, por lo tanto, en rigor la existencia del objeto depende tanto de la del sujeto como la existencia de éste depende de la existencia de aquél. El objeto es un contrario medial; el sujeto, final: la finalidad es la existencia del sujeto, pero el medio hacia este fin es la existencia del objeto. Así pues, el valor, que pertenece al objeto, es el contrario de repulsión; y la valoración, que pertenece al sujeto, es el contrario de atracción: puesto que la existencia del valor no tendría sentido sin la existencia de la valoración, depende tanto de la existencia de la valoración como la valoración depende de la existencia del valor. Distinguiremos dos tipos de valoración, que llamaremos valoración cognoscitiva y valoración desiderativa. La primera, es cognoscitiva en la medida en que el sujeto considera que conoce —independientemente de si en realidad lo conoce o no— el valor que independientemente de él posee el objeto que él valora. La valoración cognoscitiva es, por lo tanto, la estimación que hace el sujeto de la utilidad o valor que el objeto posee. En contraste, la valoración desiderativa es el deseo o necesidad sentida que tiene el sujeto respecto al objeto, en muchos casos de manera independiente de la utilidad que tiene el objeto y de la que el sujeto le atribuye. Del mismo modo en que entre el pensamiento o las ideas y el sentimiento en otros casos de ordinario hay pugna o gran discrepancia, muchas veces no concuerdan una y otra forma de valoración. Por ejemplo, una persona puede conocer el gran valor que tiene el agua para el ser humano, es decir, valorarla en alto grado cognoscitivamente, y, sin embargo, puede al mismo tiempo valorarla en casi nada desiderativamente, debido a tenerla asequible con tal suficiencia, que no siente gran necesidad de ella. Atendiendo a lo juzgado, creído o percibido en la valoración cognoscitiva, y atendiendo a lo sentido en la valoración desiderativa, llamaremos a estas dos valoraciones asimismo, respectivamente, valoración por utilidad y valoración por necesidad. Las cosas son valoradas por su utilidad y porque se les necesita. Sin embargo, hay asimetría. La valoración por utilidad no constituye sino la consideración de que una cosa es útil; por ejemplo, un limón, por su vitamina C o por su sabor; un reloj, porque marca la hora; una persona, por su honestidad o por su deshonestidad; una pintura, por sus colores; unos zapatos, por su durabilidad; una palabra, por el tono en que se dice; un perico, por hablar; una casa, por su ubicación; o bien todos estos mismos seres o cosas, como cualesquiera más, por innumerables cualidades, condiciones, capacidades o situaciones que poseen o en las que están, y que son vistas por el sujeto como convenientes. Tal valoración puede dar lugar a una necesidad sentida de lo valorado cognoscitivamente; esto es, la valoración cognoscitiva puede originar valoración desiderativa; pero aun así no constituye en sí misma necesidad, y puede no dar pie a que nazca tal. Por ejemplo, una persona al conocer que el limón contiene vitamina C, o al saber de qué maneras esta vitamina puede ser útil para la salud, puede empezar a querer, es decir, sentir necesidad (aun cuando puede no nacer antojo) de comer tal fruta. Y asimismo, al escuchar a un perico hablar y tras considerar que los pericos son agradables, puede esa persona concebir necesidad de poseer una de estas aves, o simplemente de acercársele y verlo o seguirlo escuchando; pero es posible también que no ocurra ninguno de esos efectos, y solamente haya valoración cognoscitiva, un mero conocer que no ha causado deseo ni acto alguno. La valoración desiderativa, en cambio, constituye siempre una atracción, sentida o activa, hacia el objeto. Pero para que exista esta valoración, es imprescindible la existencia de siquiera un mínimo de valoración cognoscitiva. Así que la asimetría puede ser ilustrada de este modo: una persona puede valorar cognoscitivamente mucho un automóvil y a la vez no valorarlo en absoluto desiderativamente. En cambio, nada puede ser valorado, ni siquiera un poco, desiderativamente sin que exista previamente una valoración cognoscitiva: cuando una persona o cualquier animal valora desiderativamente un alimento, necesariamente lo hace luego de que considera, por instinto, o por creencia o conocer —conscientes o inconscientes— conveniente para sí tal alimento. La valoración desiderativa, presupone siempre el acto de elegir, el que obviamente es como resultado de la consideración de las bondades del objeto, como, en este ejemplo, pueden ser su buen olor y su dulzura. Quien valora desiderativamente, necesariamente valora también de manera cognoscitiva. Quien valora de modo cognoscitivo, no necesariamente valora también desiderativamente. Una errónea idea que mucha gente tiene, de un modo consciente o inconsciente, es la que afirma que una persona necesariamente será atractiva si es, al mismo tiempo, honesta, sensible, sincera, inteligente, creativa, sana, culta, honrada, bien parecida, ambiciosa, comprensiva, sin vicios, rica, desinteresada, trabajadora, bondadosa, emprendedora, valerosa, perseverante, cariñosa, tierna, sensual, de buen cuerpo, de elevados principios morales, sin prejuicios, consecuente, prudente, modesta, comunicativa, ahorrativa, generosa, amable, tolerante, limpia, ordenada, organizada, reflexiva, digna, de gran reputación, jovial, simpática, frugal... Sin duda alguna, una persona así es muy útil para mucho; pero no ejerce atracción, ni la más pequeña (e incluso, como veremos más adelante, puede ser extremadamente repulsiva) en nadie si entre quienes saben de su existencia e incluso la conocen verdaderamente y poseen cualidades muy similares, no hay quien sienta necesidad de ella. Y casos como este o similares realmente suceden, con cierta frecuencia. Si no hay necesidad no hay atracción, por más que exista utilidad. Es común el decir que el hecho de que una cosa se vuelva escasa aumenta el valor de esa cosa (donde la palabra adecuada es valoración); que cuando se consigue algo difícilmente es más valorado que cuando es logrado fácilmente; o que lo que cuesta es más valorado que lo que no cuesta. Tales causas de valoración son siempre reducibles a una sola: la necesidad. Son valoraciones por necesidad o desiderativas. Quien paga, por ejemplo, por un libro diez dólares, valora éste (desiderativamente) igual que si hubiera depositado en él, entre sus páginas, dicho billete. Un libro exactamente igual pero obtenido gratis, se valora menos, comúnmente. Y si éste es extraviado siente el dueño haber perdido sólo el texto que contiene el libro, mientras que si aquél se pierde, siente haber pedido diez dólares con él. (En estos casos, por supuesto, puede haber al mismo tiempo otra valoración desiderativa hacia el objeto, resultante de valoración cognoscitiva.) No obstante, el libro comprado no es en absoluto más valioso que el gratuito. El pago hecho por él no aumenta su valor, puesto que no lo hace más útil; no lo modifica, ni le quita ni le agrega nada. Pero sí reduce el capital del comprador. Y en alguien de escaso dinero, el desprenderse de esa cantidad (tal como en alguien rico, el desasirse de una cantidad mayor) deja un hueco, por causa del cual, en igual medida, es sentida necesidad, de dinero, o bien de otra compensación, que puede a veces realizar el libro al ser utilizado. En el ejemplo anterior, el dinero representa, y así lo ve el sujeto, una cierta cantidad de esfuerzo, de trabajo, el cual es a su vez un gasto de energía. Así, quien recorre a pie un tramo de bosque con el fin de llegar hasta un río a beber agua, y, por ello, enfrenta más dificultades e invierte más tiempo que quien lo hace cabalgando, valora, desiderativamente, más el agua a su llegada, pues el costo le ha aumentado más la sed que a la otra persona. Cuando, por otra parte, se vuelve escaso algo desiderativamente valorado, crece tal valoración en la misma medida en que crece la necesidad de ese algo. Empero tal valoración suele ser aumentada incluso previamente a la escasez, cuando ésta es prevista. Por ejemplo, si alguien en el presente no siente ni sed ni necesidad de un cepillo dental, puede empezar a sentir, si bien no propiamente sed, ambas necesidades si prevé que el agua y los cepillos van a ser próximamente escasos. La previsión de una futura necesidad, puede crear una necesidad presente. Por esto, una persona que sabe que va a separarse por largo tiempo de un ser amado, comienza a sentir por éste necesidad mayor que la común, desde los días precedentes al alejamiento. La necesidad no sólo es acrecentada en las formas de las que he hablado hasta aquí. También, cuando una persona intenta algo que le es difícil de lograr, igual que al conseguirlo aumenta su valoración cognoscitiva de sí mismo, al fracasar por lo común disminuye tal valoración, lo cual le puede crear necesidad de recobrarla. (Aunque sin haberla perdido, puede haber necesidad de no perderla.) Esta necesidad, es una valoración desiderativa de un aumento de valoración cognoscitiva o por utilidad, del sujeto hacia sí mismo. Mas como ese incremento en la valoración de sí mismo es llevado a cabo mediante el lograr susodicho intento frustrado o algún otro empeño difícil, la valoración desiderativa es orientada hacia uno de esos medios. Así, quien anda por el bosque en busca de agua, puede doblemente valorar, de un modo desiderativo, el éxito en su intento, y gana doble al conseguirlo. 3.5Causas de la atracción y la repulsión entre las personas Hasta aquí hemos visto las causas de que alguien se sienta atraído, hacia otros seres vivos o hacia cosas. Ahora, veremos las causas de que alguien en otros ejerza atracción. Lo que hace atractivas, valoradas desiderativamente, a las personas, no es en nada diferente de lo que a las cosas. La persona que es difícil o costosa de ganar, es, con relativa independencia del valor o utilidad que tenga, más atractiva que la fácil o de escaso costo. Puede suceder que la primera, por sus vicios, defectos y cortas capacidades, sea mucho menos valiosa que la segunda, y que la persona en quien se ejerce la atracción esté consciente de ello. Por valiosa que sea una persona, si no se le necesita, no se le valora (desiderativamente), y no ejerce atracción en absoluto. Y por poco valiosa que sea, si se le necesita mucho, igualmente mucho se le valora y atrae. Ambos casos de hecho son muy abundantes; por doquiera se producen. Ejemplo del segundo, puede estar en un niño que al necesitar en extremo a sus padres los valora extremamente, sin corresponder en modo alguno al valor que estos tienen, tan subido valorar (en este caso particular). (Por supuesto, en casos como éste comúnmente el niño no conoce todavía a sus padres sino muy escasamente, por lo cual no suele haber gran incongruencia entre la desiderativa y la cognoscitiva formas de valoración. Pero en otros muchos casos tal necesidad ocurre ya no en niños, sino en adultos capaces de formarse una opinión o conocer de un modo menos incompleto.) Un objeto es valorado en la medida en que al sujeto da satisfacción; pero también en la medida en que éste tiene la esperanza de obtener satisfacción de él. Sin embargo, aquí hay que señalar que cuando la satisfacción se cumple por completo, la necesidad se extingue por entero y, con ella, la valoración desiderativa. Por ejemplo, luego de un orgasmo que al sujeto que lo siente ha dado una satisfacción completa, no queda la menor necesidad, o deseo o valoración, de tener en ese instante sexo. Ocurre entonces un total descenso de atracción sexual en la pareja al resultar satisfechas sus dos partes. La atracción que en tales casos muchas veces queda, y que mueve a las personas a abrazarse incluso a veces más que durante el coito, implica, por supuesto, una necesidad —que puede ser puramente sexual o también amorosa—; la cual, empero, tiene su origen no directamente en dicha relación sexual, sino en la previsión de otros futuros apetitos amorosos y sexuales y de sus procesos de total satisfacción, como el recién vivido. Y es asimismo, tal necesidad, un resultado de una suerte de sentimiento de gratitud, que implica un sentirse necesitado de proteger al satisfactor. Ahora bien, si el sujeto pudiera saber que en el futuro en él no fuera a haber necesidad ninguna de su pareja no sentiría necesidad por previsión; y la sola gratitud por lo pasado no es por lo común bastante para conservar la unión de dos personas, y aunque sí en algunos casos, siempre es, tal necesidad de proteger, un resultado de satisfacer una necesidad. Cuando muestra una persona a otra interés o amor por ésta, en la medida en que la satisface la atrae. Pero el mostrar desinterés o indiferencia, es asimismo causa de atraer, en la medida en que por no satisfacer da aumento a la necesidad. Tenemos entonces que, de acuerdo con el principio de las dos causas: Por lo demás, las muestras de indiferencia o desinterés, pueden causar valoración cognoscitiva; pero en este caso de una forma no directa, que denominaré valoración por deducción. Valora un sujeto directamente, por ejemplo, una pintura al verla y, con base en esto, formarse un parecer respecto de ella. Y de un modo indirecto o deductivo, al juzgarla, habiéndola visto o no, basado en la cotización que otros hacen de ella. Asimismo, un sujeto puede valorar en mucho deductivamente una película al ver que la ha visto una gran cantidad de personas; o al saber que un crítico, al que tiene o tienen otros por muy entendido al respecto, la elogia. Del mismo modo, una persona al ver que a otra que le es extraña se le alaba con frecuencia, tiende a deducir que ésta posee un valor o utilidad que gana de otros alabanzas. La exactitud de estas valoraciones, como de las hechas de forma directa, no importan al caso. El hecho que interesa es que a menudo de ellas nace valoración por necesidad, y que por tanto en alto grado determinan la conducta humana. Por otra parte, la indiferencia o desinterés es, en los más de los casos, en gran medida una consecución del sentirse satisfecho, por motivo de algo o de alguien. Sin embargo, esta satisfacción no es de cualquier especie; por ejemplo, la sentida por comer produce indiferencia hacia los alimentos, pero no hacia las personas de las que se puede recibir valoración. Tal satisfacción es necesariamente producida por aquello hacia lo cual se muestra indiferencia: valoración, cognoscitiva, desiderativa o ambas. Valoración que, por fuerza, tiene que traer su origen del sujeto mismo; es siempre autovaloración. Y el autovalorarse es resultante de logros del mismo sujeto, y puede darse desiderativa o cognoscitivamente o de ambas formas a la vez. Los grados de una y otra autovaloración pueden, como en la heterovaloración, ser notablemente desiguales: un sujeto puede valorarse mucho a sí mismo de una forma cognoscitiva y, no obstante, suicidarse debido a la falta de valoración desiderativa de sí, de su vida; en contraste, otra persona puede no autovalorarse sino escasamente de un modo cognoscitivo y a la vez sentir de sí enorme necesidad. Por otra parte, los logros que llevan a autovalorarse, pueden consistir en hechos sobre cosas o animales y personas, o en la relación con éstas. En este último caso, las valoraciones que de otros recibe el sujeto, a quienes éste tiene por valiosos, son tomadas como logros similares a, por ejemplo, correr larga distancia, elucidar una cuestión o dar a una máquina compostura. Salvo algunos detalles, lo dicho en todo el párrafo anterior es, aunque no de un modo muy consciente, bien conocido, por intuición, por cualquier ser humano normal que ha alcanzado cierta edad. Por esto, para casi quienquiera que ve a una persona de actitud, hacia los demás, indiferente —y nota que esa indiferencia no obedece a insensibilidad o depresión o algún otro padecimiento—, este adjetivo es sinónimo de valioso. El valor (o supuesto valor) se deduce al instante: indiferencia → satisfacción → logro → valor o utilidad. Son, pues, dos las causas que hacen atractiva a la persona de actitud indiferente: produce, primeramente, valoración cognoscitiva por deducción, y en seguida, valoración desiderativa. La cognoscitiva, directa e indirecta, es el origen de la desiderativa, de la atracción, que se ve después acrecentada por la indiferencia. Los muy comunes juicios como el que sin más afirma, en un sinnúmero de formas, que el amor despierta amor, son falsos al llevar implícita la idea de que ese efecto es necesario, en lugar de sólo posible. Enseguida, veremos en qué condiciones se producen necesariamente los efectos de atracción y repulsión. Según hemos visto, las muestras de interés, o bien, de amor, producen atracción, despiertan interés o amor, cuando quien las recibe está en necesidad de ellas. Mas si, por el contrario, en tal necesidad lo recibido es muestras de desvío o desinterés, el resultado es repulsión. Ahora bien, hay casos en los cuales lo necesitado no son muestras de interés, sino de indiferencia o falta de interés; donde si lo mostrado es justamente eso, la atracción es el producto; y si es amor o apego, repulsión. De tal necesidad de indiferencia, es un ejemplo la calma o sosiego que requiere la persona a quien tras un orgasmo, o bien tras un hartazgo de comer, no le ha quedado la menor necesidad de sexo, o de comida. Después de tal orgasmo, puede bien nacer, o quedar, necesidad de amor, pero no de más sexo: es, pues, un requerir desinterés sexual, que tiene por objeto el no sólo evitarse el incomodo a que más muestras de interés sexual, en este caso inoportunas, darían pie, sino también dar tiempo de abstinencia tal que nazca nuevamente la necesidad sexual que haga posible otra satisfacción. Puede esto quedar más en claro si se ven las muestras de interés o amor —igual que vimos los billetes— como lo que son en realidad: porciones de energía. Mirado de este modo, cuando tiene suficiencia o sobra de energía, la persona B repele a A si ésta carga (en este caso sobrecarga) a B; y es atraída, si de ella recibe descarga. Y cuando tiene deficiencia o falta, repele a A si de ella recibe descarga; y es atraída, si recibe carga. Para facilitar una comparación entre estos cuatro casos, separada y resumidamente, los expongo de tal modo que después de los dos puntos vienen los efectos que en una persona se originan de la actitud de otra hacia ella, y enseguida el tipo de atracción o repulsión sentida en consecuencia hacia el causante. Carga necesaria u oportuna
Muestras de interés cuando hay necesidad de interés, y no de desinterés: satisfacción, gusto, agrado → atracción por agradecimiento.
Carga excedente o inoportuna
Muestras de interés cuando no hay necesidad de interés, sino de desinterés: molestia, fastidio, desesperación → repulsión por repugnancia.
Descarga necesaria u oportuna
Muestras de desinterés cuando hay necesidad de desinterés, y no de interés: alivio, descanso, relajamiento → atracción por necesidad.
Descarga excedente o inoportuna
Muestras de desinterés cuando no hay necesidad de desinterés, sino de interés: aflicción, sentimiento, desesperanza → repulsión por resentimiento.
Nótese que, puesto que están causadas de un modo contrario, son contrarias entre sí las atracciones, lo mismo que las repulsiones. Pero además, dado que el par repulsión - atracción es, al igual que todo otro, disimétrico, la contrariedad entre las repulsiones no es igual que la que media entre las atracciones. Aquí hay que observar que cuando una persona da excesivas —es decir, que exceden la necesidad que de ella tiene quien las recibe— muestras de interés, la persona receptora no sólo no puede valorarla desiderativamente, sino que, por lo común, empieza a valorarla menos cognoscitivamente al deducir, de su insatisfacción, que no posee valor o utilidad bastante que le sustente, directamente o a través de la valoración recibida de otros, un valorarse a sí mismo que le permita moderarse en su solicitud de amor o valoración. El aumento del amor, el interés o la atracción, tiene, en cada uno de los dos caminos que llevan a ellos, un límite a partir del cual comienza a convertirse en repulsión que aumenta. En la Figura 2 lo ascendente de la línea representa el inicio y el incremento de la atracción: del 0 al -4, la atracción mediante muestras de desinterés (atracción por necesidad); del 0 al 4, la atracción mediante muestras de interés (atracción por agradecimiento). Y los lados descendentes de la línea, representan el principio y el aumento de la repulsión: del -4 al -8, repulsión mediante muestras de desinterés (repulsión por resentimiento); del 4 al 8, repulsión mediante muestras de interés (repulsión por aversión). Los puntos -4 y 4, representan el máximo grado en que el desinterés y en interés pueden mostrarse y obtener la máxima atracción. Figura 2
Pero hay que tener en cuenta que a la vez el grado en que ordinariamente las personas necesitan recibir muestras de afecto o interés, es muy variable de una a otra. Caso muy común de tales diferencias, se halla entre los niños sumamente consentidos y los muy desatendidos. Por lo cual una actitud que las más de las veces ejerce atracción en algunos, es a otras personas casi siempre repulsiva, y viceversa. El grado en que las personas muestran insatisfacción, necesidad de amor o de interés de otros, es en muchos casos muy poco revelador de su valor. Y, por lo tanto, la valoración mediante mera deducción, muy a menudo yerra grandemente. En efecto, quien se siente en grado sumo satisfecho, se halla muy lejos de ser forzosamente más valioso o útil que quien muy insatisfecho, puesto que las metas de uno y otro pueden entre sí distar enormemente. En realidad, el grado de satisfacción de sí que siente una persona, no se debe comúnmente a comparar sus logros con los que han tenido otros, sino con sus propias ambiciones y exigencias. Así, quien construye una casa mediocre, puede bien sentir satisfacción extrema, en tanto quien en lapso igual edifica magníficamente cien pisos, puede incluso hallarse deprimido de insatisfacción. Por ello, en falta de valoración directa —y de notorias diferencias personales que permitan de otro modo valorar por deducción; como, por ejemplo, la calidad de las prendas vestidas—, de ambos arquitectos el primero, normalmente, gozaría de más valoración cognoscitiva que el segundo de personas ante quienes sean extraños; lo cual, además, le traería aparejada una mayor valoración desiderativa. Estas faltas de congruencia entre el valor y el valorar, son muy frecuentes en diversos grados. Sin embargo, el valorar por deducción tiene importancia secundaria con respecto al valorar directamente. Aunque a la vez es menester tomar en cuenta que de la insatisfacción hay además un resultado que es de máxima importancia: la tendencia a procurar, mediante muestras excesivas —importunas— de interés, en demasía valoración de los demás; lo que, si llevado de dicha tendencia, o tan solo sustrae atracción o vuelve incluso repulsiva a la persona insatisfecha. De aquí que quien posea una cantidad extraordinaria de virtudes, como la persona más atrás supuesta, pueda no solo no resultar atractiva, sino repulsiva, debido a la falta de la cualidad de oportuno, que a su vez responde a escasa autovaloración. Hasta aquí hemos visto que el sentir satisfacción una persona la conduce a dar muestras de indiferencia, y que, por el contrario, la insatisfacción lleva a dar muestras de interés. No obstante, de acuerdo con el principio de las dos causas, la indiferencia o desinterés puede no sólo ser efecto de satisfacción, sino de la insatisfacción también; mientras que el interés puede tener por causa no sólo insatisfacción, sino también satisfacción. Así, cuando el interés es lo necesitado, una persona insatisfecha puede bien ser atractiva, en tanto que una satisfecha repulsiva. Cuando la satisfacción se ve frustrada con frecuencia, puede haber desinterés hacia ella en consecuencia, por desesperanza o por resentimiento. Y por tal indiferencia, en la medida en que a otros no se da satisfacción (pero a la vez se da esperanzas de ella), puede serse atrayente para los demás. Por ejemplo, hay abundantemente casos en los que alguien luego del fracaso al empeñarse, con exceso, en darse a sí mismo satisfacción ganando amor de otra persona, abandona del todo su empeño y por ello se vuelve atrayente; por lo cual esperanzado nuevamente, reintenta, una vez más con desmedida, su satisfacción, causa aversión, se desahucia de nuevo y resulta atrayente otra vez. Otro caso común de este modo de ser atractivo, ocurre en quien por decepción de amor tiene por despreciable a todo el de su sexo opuesto. En lo que corresponde al interés debido a la satisfacción, ocurre con frecuencia, por ejemplo, en quienes la alegría rebosa, en ebriedad o incluso en sobriedad. (En estos casos, el mostrar afecto o interés no tiene por objeto recibir valoración, sino que al ver que tiene ésta sobrada, se siente, el sujeto, invulnerable a los desaires, a la repulsión que causa en otros, y no ve por ello inconveniente, sino alivio en cierto modo, en desbordarse, descargarse, cosa que además requiere.) De modo que: Como se ve, según que tengan por origen la insatisfacción o la satisfacción, y al mismo tiempo el desinterés o el interés, hay cuatro tipos de repulsión y cuatro tipos de atracción, entre los seres vivos. Hemos visto ya que las necesidades, o valoraciones por necesidad, se ven acrecentadas ante las dificultades. Ahora veremos las funciones respectivas de la imposibilidad y de la posibilidad, en relación con la necesidad. Lo visto como imposible no se valora, ni cognoscitiva ni desiderativamente. Por ejemplo, un viaje al centro del Sol (del que, por supuesto, pudiera salirse ileso), sería sumamente valioso, y otro tanto valorado, si se estimara como posible. Mas como en la actualidad no se le considera tal, no es valorado en modo alguno. Una persona puede valorar la idea, sintiéndose atraída hacia ella, de viajar en un segundo de una a otra galaxia si, aun a sabiendas de que en realidad tal cosa no es presentemente ejecutable al ser humano, y además la ve como imposible hacia el futuro, sí la tiene por posible en fantasías. Y cuando, por otra parte, una persona considera que otra es su "amor imposible" —a la cual, desde luego, valora—, lo hace porque pese a no considerar posible en realidad la unión, o bien, hacerse amar por ella, sí lo estima en la fantasía. Sólo al juzgar posible algo puede ese algo valorarse. Y el grado del valorar desiderativamente —y a veces también por deducción, cognoscitivamente— depende del grado de dificultad que posee lo posible. Así, mientras que un viaje en un segundo a otra galaxia raramente o nunca se valora en realidad, por estimarlo no posible, el viajar a la Luna y a Marte sí resulta valorado, por ser conocido como realizable. Pero de una y otra acción, se suele valorar más la última, en parte en razón de que ofrece mayores dificultades. Entonces: Posibilidad Grados de dificultad Imposibilidad 3.6Dificultades externas y dificultades internas En cuanto a las dificultades, hay que distinguir dos tipos, que llamaremos: dificultades externas y dificultades internas. Las primeras traen su origen de lo externo del sujeto: del objeto valorado, o de las circunstancias que acompañan a éste o al sujeto. Las segundas se originan de lo interno del sujeto. Y unas y otras, separada o, casi siempre, combinadamente de un modo muy vario, determinan el grado de valoración. Por ejemplo, una persona puede desiderativamente valorar mucho la música debido a que los discos sean escasos donde vive, o a que el único aparato de sonido que posee esté defectuoso (dificultades externas); o bien, debido a ser casi completamente sorda (dificultad interna); o por causa de los tres inconvenientes. La intensidad del amor, depende en muchos casos de dificultades casi meramente externas, y en otros muchos, de dificultades casi por entero internas. Por ejemplo, en el amor de pareja, normalmente predominan las internas entre adolescentes, quienes por inexperiencia encuentran en sí mismos, en su mayoría, considerables dificultades en sus relaciones amorosas. Esta es principalmente la causa de que entre ellos el amor sea en muchos casos más intenso que entre adultos. Éstos, al ir aumentando de conocimientos, por diversos medios, respecto del sexo opuesto, del amar y hacerse amar y la sexualidad, y al irse demostrando a sí mismos que son útiles a algo, eliminan o reducen, por lo general, no pocas dificultades de origen interno; de las que antaño les estorbaban pero que a la vez les acrecentaban la necesidad y, por lo tanto, la valoración del amor desiderativamente. El amor adolescente, por ende, es más un amor por necesidad (de ahí que abunde tanto en fantasías) que por agradecimiento; en tanto que el adulto comúnmente es a la inversa. Pero la diferencia que en intensidad hay muchas veces entre ambos, no se debe en modo alguno a que el amor debido a la insatisfacción sea más intenso que el por agradecimiento, sino que ocurre que en el adulto la necesidad, de la que depende la satisfacción, se ve aún más reducida, que en el noviazgo, tras el matrimonio en los más de los casos. Puesto que es común que tradiciones y religiones no consientan la cohabitación ni el sexo prematrimoniales, cuando llega el matrimonio, y cuando la atracción de la pareja está basada mucho en estas prohibiciones (externas) y poco en de origen interno, la separación, la repulsión, o cuando menos la total o grande y brusca reducción de la atracción, llegan tan pronto, por así decirlo, como el rebote de dos esferas que primero separadas a despecho de una liga que las une, son dejadas por las manos, de la sociedad, las tradiciones y la religión. Las dificultades conducentes a una relación estable y plena de satisfacciones, y a la más atrayente actitud, son las internas que, a diferencia de las que separan a adolescentes, no consisten en limitaciones involuntarias, ni en voluntarias resultantes de un juego estudiado y metódico de conquista, sino en un efecto natural de la valoración de sí basada en propios hechos que, desde el punto de vista del mismo sujeto, poseen elevado valor o utilidad. Y así, las satisfacciones propias no provienen o dependen sino en parte del ser al que se ama, ya que tales hechos son ajenos al de haber ganado el amor de ese ser. La atracción elevada entre adultos no puede obtenerse, en los casos normales, sino mediante satisfacción de las personas por sus propios hechos. Dicho de otra forma: la atracción ocurre cuando la valoración de sí emanada de los propios logros, se pretende como un medio —o simplemente como un fin— para el hacerse valorar de otras personas; pero no a la inversa: no el hacerse valorar de los demás, sin previos logros propios, como un medio para la valoración de sí. Sin esta ineludible asimetría, la civilización sería imposible. 3.7Valoración por sí y valoración por relación Distinguiremos dos maneras más de valorar, mediante las siguientes denominaciones: valoración por sí y valoración por relación. La primera equivale a la cognoscitiva. Por su parte, la debida a relación consiste en atribuir a un objeto valor meramente por el hecho de tener, haber tenido o preverse llegar a tener, físicamente o no, relación con otro objeto valorado de un modo cognoscitivo, y a veces también desiderativo, o a su vez por relación. Ejemplo de objetos por sí valorados:
Ejemplo de objetos valorados por relación:
En este último ejemplo, todos los objetos valorados tienen en común su relación con alguien en particular. Por ello, a esta forma de valorar, la llamaremos valoración por relación particular, y, por el lado opuesto, será valoración por relación general en la que lo que se halla en relación con el objeto valorado es general. Por ejemplo, en tanto en la primera una prenda de vestir es valorada por ser de un bebé o una mujer determinados, en la otra lo es por ser en general de bebé o de mujer. * Una persona a la que se valora por causa de su relación amistosa con otra a la que se atribuye elevado valor o importancia, es por sí valorada —y no por relación—, puesto que la amistad, a distinción del mero parentesco (salvo, al menos biológicamente, el de padres a hijos), constituye un logro que demuestra utilidad. 3.8Valores Un valor, en muy amplio sentido, es todo objeto de valoración. Pero aquí restringiremos el concepto a únicamente toda cualidad, estado, circunstancia, actitud, capacidad y acción objetos de valoración, cognoscitiva o también desiderativa. No sólo los contrarios de atracción son valorados, sino también los de repulsión; por ejemplo, infidelidad, indecencia, obscenidad, frivolidad, vanidad, suciedad, vulgaridad, en un modo especial de procurar placer, que veremos en el capítulo siguiente. Pero, aparte este procedimiento, cualquier contrario de esta clase es, o puede ser, valorado; p. ej.: ingenuidad, debilidad, pequeñez, ignorancia, pobreza, dependencia, inexperiencia, agresividad. En fin, a los contrarios de repulsión y de atracción que son valores, los llamaremos, respectivamente, valores de repulsión y valores de atracción.
CAPÍTULO4
Amor y sexo
4.1Placer por conservación y placer por liberación El nivel de protección y bienestar es la causa —y a la vez el efecto— del conservadurismo (contrario de repulsión) y la liberalidad (contrario de atracción). Denominaremos placer por conservación y placer por liberación, respectivamente, a las formas de placer obtenido en tales cualidades. Cuando el grado de protección o bienestar es bajo, es también alto el grado de inseguridad y es mayor la necesidad de protección, de situaciones protectivas; por esto, en tales casos la gente suele correr menos riesgos, porque se siente más vulnerable. Y por el contrario, cuando el grado de protección o bienestar es alto, es también alto el grado de seguridad y es menor la necesidad de situaciones protectivas; en tales casos la gente suele correr más riesgos, porque se siente menos vulnerable; la única forma de obtener placer, en estos casos, es mediante situaciones agresivas que posibiliten la necesidad de protección y seguridad. Es decir, el placer por liberación ocurre mediante formas de protección mediata. Y el placer por conservación, por medio de formas de protección inmediata, sin la mediación de la búsqueda de agresión o riesgo, puesto que la situación agresiva o arriesgada ya está presente. La gente que vive en un estado de relativo bienestar y seguridad tiene que buscar situaciones agresivas y arriesgadas, para poder obtener protección y así poder valorar y disfrutar la vida. Por esto la gente es más liberal en los países con más alto grado de desarrollo. Un relativamente alto grado de seguridad determina acciones como sonreír a una persona desconocida (falta de timidez, o audacia), bañarse desnudo en una playa pública y practicar deportes o juegos —en la realidad o por computadora— de alto riesgo. 4.2Placer por observancia y placer por infracción Cuando el grado de protección y seguridad es muy alto, la sola liberación suele ser insuficiente para obtener placer y éste en muchos casos es obtenido mediante infracciones. Llamaremos a esta forma de placer placer infractivo o placer por infracción (contrario de atracción), y placer observante o placer por observancia (contrario de repulsión) la opuesta. El placer infractivo es resultado en muchos casos de la consideración de que una acción propia o ajena contraviene una norma moral cualquiera. El placer observante, por el contrario, se origina en muchos casos de la consideración de que un acto, propio o ajeno, constituye una observancia en lo moral. Por ejemplo, el placer infractivo en muchos casos es sentido como efecto de saber que la propia pareja se acuesta con otra persona; de narrar a la propia pareja aventuras sexuales tenidas con otras personas; de mirar (sobre todo un hombre) a dos mujeres (más si son las dos de notable feminidad) teniendo un encuentro sexual entre sí; de mirar a alguna persona posando desnuda, o semidesnuda —o de un modo sexy o sexualmente audaz— en una revista; de tener un encuentro o relación sexual con una persona extraña o casada; de hablar obscenamente en la presencia de la propia pareja (sobre todo si ésta acostumbra una conducta recatada), etc. Hay muchos grados y formas de infracción de una misma norma; y asimismo hay muchas normas, y las infracciones se presentan, y se pueden presentar, combinadas muy diversamente en muchos casos. Por esto, las situaciones de las que es posible obtener placer infractivo —y de las cuales de hecho es conseguido— son muy numerosas. Un ejemplo de una situación en la que se combinan muchas infracciones, dando con frecuencia de ese modo origen a un mayor placer, en quienes por tal vía lo buscan en ciertas condiciones, es el siguiente: mirar a la propia pareja, que hasta ese momento ha sido decente siempre, tener públicamente un encuentro sexual con otra persona (o con un animal) de su mismo sexo, extraña por completo (o pariente muy cercana suya), casada (o menor de edad). Por el contrario, el placer por observancia, por ejemplo, en muchos casos es sentido como resultado de recibir fidelidad de la pareja y darle muestras de la misma; de mirar a la persona amada vestir con decencia; de mirar un hombre en su mujer la puridad de su feminidad, y ella en él lo inquebrantable de su masculinidad. El número de situaciones observantes que se puede dar, no es ni más ni menos grande que el que puede producirse de las infractivas, ya que lo que no es considerado como una infracción puede ser juzgado como una observancia, y viceversa. Cuando el grado de protección y seguridad es muy bajo, también en muchos casos se obtiene placer infractivo, de acuerdo con el principio de las dos causas. El placer infractivo no solo suele ser efecto de muy altos niveles de seguridad y bienestar, sino también de muy bajos niveles de los mismos. En los niveles muy bajos de bienestar, las dificultades para la obtención del placer por cumplimiento son mucho mayores que en los niveles intermedios, y a consecuencia de ello muchas personas eligen la obtención de placer infractivo. Ante las grandes dificultades, por ejemplo, para obtener placer observante mediante la fidelidad de la pareja, hay dos opciones: empeñarse en la consecución de placer por cumplimiento pese al frecuente sufrimiento que los celos conllevan durante ese intento, o bien optar por la adopción de una actitud tolerante en ese sentido, esto es que consienta la infidelidad y otras conductas liberales similares y derive a la vez placer infractivo. Dentro de esa línea de conducta tolerante se encuentran, por ejemplo, las relaciones de pareja en que el hombre permite que la mujer se dedique al sexo servicio. Y así como en los países ricos el placer infractivo es muy común debido al muy alto nivel de bienestar allí alcanzado, hay países pobres en los que es común el placer infractivo debido a los muy bajos niveles de bienestar allí predominantes. Comparación entre una acción realizada por una persona con nivel muy alto de progreso y otra acción igual, pero con causa contraria, realizada por una persona con muy bajo nivel de progreso: Nivel alto de progreso: Acción: Una mujer tiene relaciones sexuales con dos hombres al mismo tiempo. Causa: Estado de excesiva seguridad derivado de su bienestar económico. Causa (dicha en una palabra): Seguridad Objetivo: Obtener placer infractivo mediante una acción agresiva que reduzca su excesivo grado de seguridad. Objetivo inmediato (dicho en una palabra): Inseguridad Objetivo mediato (dicho en una palabra): Placer, mediante la obtención de inseguridad. Sentido (dirección) del proceso de interacción entre contrarios: Seguridad - inseguridad Nivel bajo de progreso: Acción: Una mujer tiene relaciones sexuales con dos hombres al mismo tiempo. Causa: Estado de excesiva incertidumbre (inseguridad) derivado de su malestar económico. Causa (dicha en una palabra): Inseguridad Objetivo: Obtener dinero mediante una acción agresiva que reduzca su excesivo grado de incertidumbre (inseguridad). Objetivo inmediato: Seguridad Objetivo mediato: Placer, mediante la obtención de seguridad. Sentido (dirección) del proceso de interacción entre contrarios: Inseguridad - seguridad En casos como los antedichos es común decir que la primera persona actúa por placer y la segunda por necesidad. Sin embargo, las acciones motivadas por estados excesivos de contrarios de atracción, las cuales tienden hacia contrarios de repulsión y hacia el equilibrio entre contrarios, son resultados de necesidades tan fuertes como las acciones que tienden hacia el equilibrio en sentido contrario, es decir, desde contrarios de repulsión hacia contrarios de atracción. Esas necesidades son no sólo subjetivas (sentidas) sino al mismo tiempo objetivas (experimentadas). El placer por cumplimiento es un contrario de repulsión con respecto al placer por infracción cuando éste tiene por causa un muy alto grado de protección o bienestar, y es un contrario de atracción cuando el placer infractivo es efecto de un muy bajo grado de protección o bienestar. Lo cual implica, por supuesto, que el placer infractivo es un contrario de atracción cuando es resultado de un muy alto nivel de protección y seguridad, y es un contrario de repulsión cuando es efecto de un muy bajo nivel de protección y seguridad: Mientras que los muy altos niveles de atraso y progreso impulsan hacia el placer infractivo, un grado intermedio o moderado de progreso impulsa hacia el placer por cumplimiento. Y análogamente sucede con los demás pares de contrarios. Por ejemplo:
La gente que ha alcanzado los más altos niveles de progreso en el mundo, tiene gran similitud, en muchos aspectos (humildad, sencillez, libertad, honestidad, sinceridad, espontaneidad, salud, longevidad, naturalidad, fortaleza), con la gente que está en los niveles más bajos del progreso, aunque esos estados similares tienen causas contrarias entre sí. Dentro de cualquier sociedad, cualquier cualidad que rebasa hacia el progreso determinado límite de la normalidad allí imperante, es muchas veces juzgada y muchas veces más tratada como un retroceso. En estos casos, el grado de contrariedad entre lo que una persona es y el juicio y trato que recibe de los demás, es directamente proporcional al grado en que es rebasado dicho límite. Dicho de un modo más general: cualquier persona cuyo estado y concepto de progreso son rebasados hacia el progreso en cierto límite por acciones o cualidades de otra persona, juzgará y/o tratará como retrógradas tales acciones o cualidades. 4.3Tipos de placer por infracción El placer infractivo a menudo se ve circunscrito a la alcoba, a momentos y a sitios que lo hacen oculto, en tanto que otras veces va más lejos. Según que la infracción causante del placer se verifique en la pareja de un modo privado o con la presencia o participación activa de otra u otras personas, llevará el nombre placer por infracción interna o placer por infracción externa, respectivamente. Al mismo tiempo, cada uno de estos tipos de placer puede ser clasificado como excluyente o como incluyente. En el interno excluyente, las infracciones se limitan a los dichos (apelativos, chistes verdes, etc.) y los hechos (fantasías escenificadas, bromas, etc.) que dejan fuera toda relación, insinuada o directa, con persona que no sea la propia pareja. Palabras y poses obscenas, por ejemplo, tienen lugar aquí en las formas cuyos sentidos sólo pueden ser interpretados como infracciones que únicamente incluyen a la propia pareja; palabras que suelen ser expresadas en singular y precedidas de adjetivo posesivo y/o artículo determinado. En el interno incluyente, en cambio, los dichos y los hechos infractivos se refieren a relaciones (evocadas, imaginarias —con la conciencia de tal cualidad—, fantaseadas, expresadas o consideradas como posibles) con otra persona que la pareja. (Dichas relaciones, pueden no ser en sí mismas consideradas como infractivas —por ejemplo, noviazgos o algún matrimonio pretéritos—; no obstante, sí suelen sentirse como tales la petición y el relato, hechos en busca de placer, de los detalles sobre actos sexuales tenidos con una pareja anterior.) En estos casos, las palabras infractoras son expresadas a menudo en plural y/o enseguida de artículo indeterminado. El externo excluyente, por otro lado, se deriva de infracciones en las que realmente están implicadas personas aparte de la pareja, restringiéndose, no obstante, dicha inclusión en alguna medida. Por ejemplo, las playas nudistas permiten a las parejas mostrarse desnudas ante otras personas, y obtener de ello placer por infracción, sin que exista, comúnmente, ningún contacto físico sexual con ellas. En grado menor de infracción, igual acontece cuando la pareja consigue placer infractivo abrazándose y besándose con cierta audacia sexual en una plaza pública. El externo incluyente implica participación de otra(s) persona(s) además de la pareja, y constituye el ámbito más amplio de infracción del cual es obtenible placer sexual. Gran parte del placer que se origina de las relaciones sexuales que envuelven infracciones de tipo excluyente, interno o externo, es obediente al privilegio concedido entre los miembros de la pareja, y no meramente a la acción de infringir. En el interno excluyente, si bien una infracción, como una pose obscena o atrevida, es por sí sola causa del placer, hay también la posibilidad, en muchos casos concretada, de sentir placer por resultado de que el infringir se realiza únicamente ante la pareja. (Tal placer, por lo demás, suele ser tanto mayor cuanto más grande es el contraste entre la observancia o rectitud normalmente mostrada ante los demás y la infracción o indecencia mostrada en privado frente a la pareja.) Y en el externo excluyente, así mismo, es común que además se produzca placer por conciencia del hecho, o la posibilidad, de que quienes presencian el acto infractivo conciban el deseo de hallarse en el lugar de uno de los miembros de la pareja, y que, no obstante, continúe ese sitio siendo un privilegio para quien lo ocupa. Sólo por tal causa, nace en no pocas personas el deseo de ver a su pareja vistiendo, por la calle o en la playa por ejemplo, prendas atrevidas, o posar desnuda para una revista. En resumen, en las infracciones de tipo excluyente el placer, además de ser por infracción, es con frecuencia efecto de los privilegios que los actos infractivos constituyen, en tanto que en las de género incluyente, el placer es producto del sólo infringir. 4.4Desplacer por observancia y dolor por infracción Llamaremos desplacer por observancia, u observante, y dolor por infracción, o infractivo, al desplacer y al dolor que siente, respectivamente, quien buscando la infracción encuentra el cumplimiento, y quien se topa la infracción cuando busca el cumplimiento. En efecto, cuando quien lo que desea es placer por cumplimiento, se percata de que un beso, una caricia, un abrazo o una mirada, por ejemplo, que recibe es motivado de intenciones frívolas, padece desagrado y repulsión con parecido a los que si, por el contrario, deseando placer infractivo, recibe esas caricias pero motivadas de intenciones serias. Ejemplos son, también, del dolor infractivo: el que puede acometer a una persona como efecto de que su pareja le sea infiel; y del desplacer observante: el desagrado frente a la fidelidad o el compromiso, en muchos casos por deseo de conservar la libertad que implica la infracción; en otros muchos, por temor a recibir incumplimiento ya habiendo aceptado desear y esperar lo contrario (o sea, por temor al dolor infractivo, que, casi siempre, llega a ser mucho mayor que el observante, que no alcanza a ser casi nunca más que un desagrado). De acuerdo con lo antedicho, y acorde asimismo con el principio de los dos efectos, el cumplimiento tanto puede causar desplacer como placer; y la infracción puede traer por consecuencia tanto placer como dolor: Para la mayoría de las personas, lo esperable es que en lugar de causar el cumplimiento desagrado origine placer, y que la infracción no produzca placer, sino dolor; o, dicho de otro modo, que el desplacer tenga su origen no en el cumplimiento, sino en la infracción, y que el placer tenga por causa el cumplimiento y no la infracción. No obstante: 4.5La intensidad del placer La intensidad del placer está en gran parte decidida por la sensibilidad y la imaginación, en lo que corresponde a los sujetos. Por lo que toca a todo aquello que es objeto de placer, hay que añadir que el placer es menor o mayor en gran medida como efecto de que sean menos o más notorias las contrariedades —entre descenso y ascenso— o las variaciones —en el descenso y en el ascenso—. Así, infractivamente, es mayor el placer cuando una persona de aspecto ascendente muy acusado desciende en extremo que cuando el contraste es moderado. El placer infractivo, depende en gran manera de cuán grande es la infracción. Pero hay que tener en cuenta que la medida de la infracción es por comparación con precedentes de quien la comete. De esta forma, aun cuando el desnudarse en público es un infringir mayor que un mero gesto obsceno (cuando tales actos se comparan entre sí), si esto último es realizado por quien en nombre del decoro siempre antes se había abstenido de ello, en tanto aquello por quien diariamente hace desnudos de ese modo, o por quien de ordinario infringe más aún (teniendo, además, por ejemplo, coito), el gesto es infracción mayor que el desnudarse, habida cuenta de los hábitos de sus actores, y por tanto, es causa de mayor placer; pero no sólo para quien lo realiza, sino asimismo para un espectador puesto en antecedentes: por esto, una bañista cuya piel dejada al descubierto de un minúsculo bikini que usa está no menos clara —por igual bronceada— que otras partes de su cuerpo descubierto, como prueba de ese modo su costumbre de ir así, resulta mucho menos llamativa y placentera a ojos ajenos que otra que llevando prenda en nada diferente, deja en cambio a la vista una porción de piel más clara, que revela el habitual uso anterior de otro bikini menos breve. Hay señalado, en este caso, un proceso de contrariedad, desde el pudor en dirección al impudor (o bien, a un menor pudor, o de menos a más impudor), a distinción del primer caso en el que no hay sino un monótono impudor, y de otro caso de quien sólo lleva un bañador modesto, en el que no hay más que un monótono pudor. (Sin embargo, hay que tener presente que así mismo el impudor como el pudor monótonos de dos personas, pueden producir placer por infracción y mediante observancia, si entre sí se les compara, con lo cual se rompe la monotonía, formándose un contraste simultáneo.) Hay, por tanto, dos tipos de infracción, que distinguiremos con los nombres de infracción experimentada e infracción sentida. La primera, recibe en general igual mensuración por cada individuo perteneciente a una misma cultura. Así, para casi todas, si no es que para todas, las personas que comparten la misma cultura entre sí, por ejemplo, puede el tener al desnudo coito en público ser estimado como una infracción mayor que el desnudarse en público sin efectuar el coito, lo mismo que podría mirarse como más faltar a la moral el hecho de tocar a algún extraño, del sexo contrario o del propio, una pierna que el cuello, con propósito sexual; o bien, tal como, aparte lo sexual, puede a juicio de los más ser el matar a un niño atrocidad mayor que, aun no en defensa propia, a alguien ya adulto. No obstante, estas estimaciones pueden de una a otra cultura más o menos diferir, o incluso ser inversas. En cambio, la infracción sentida pende grandemente de con cuánta frecuencia o rareza (con cuanta constancia o inconstancia) se experimentan las infracciones, de tal modo que quienes experimentan grandes infracciones a menudo, sienten menos la infracción que quienes raramente, e incluso que quienes tras muy continuo y prolongado cumplimiento experimentan faltas muy pequeñas. Así que entre ambas infracciones puede muchas veces no haber coincidencia. Y hay, de hecho, en cierto modo proporción inversa entre una y otra, aunque también hay proporción directa, según cómo se mida la infracción experimentada. El hecho de experimentar infracción en gran medida, puede entenderse de dos maneras: como un infringir con gran frecuencia o como un cometer grandes infracciones, análogamente a como el afirmar que bebe mucho alguien puede contener uno de dos significados, o ambos a la vez: que muy a menudo bebe —independientemente de que sea poco o mucho por vez— o que —con independencia de la frecuencia— cuando bebe lo hace en abundancia. Y es necesario distinguir entre frecuencia y magnitud de la infracción experimentada, ya que guardan una y otra opuestas proporciones, con la sentida: inversa y directa, respectivamente. Así, cuanto mayor es la frecuencia de la infracción experimentada, tanto menor es la infracción sentida, y cuanto menor aquélla, mayor ésta. Por el contrario, cuanto mayor es la magnitud de la infracción experimentada, tanto mayor es la de la sentida, y cuanto menor, menor también ésta. Por esto, dos personas de pareja sensibilidad y abstinencia de infringir, sentirían crecientemente la infracción ambas a un mismo paso justamente en la medida en que creciera la infracción experimentada. (No obstante, para ello, ambas habrían de estar dispuestas a llegar igual de lejos, puesto que hay el hecho, no sin importancia, de que igual que no cualquiera está dispuesto a entregarse al placer infractivo —y en tal caso la infracción es dolorosa—, así tampoco no cualquiera de entre quienes sí lo acogen tiene decidido llegar a infracciones muy grandes. Y así, dos personas con dispar disposición, si bien en un principio pueden ver dicho placer acrecentado por igual, en un nivel determinado de infracción bien puede en una comenzar a reducirse, hasta incluso empezar y llegar a trocarse en dolor, en tanto en la otra continuar su aumento.) Pero hay que tomar en consideración que los factores que deciden el placer se hallan mezclados de hecho de un modo muy vario de una a otra persona, y que hay entre tales factores influencia recíproca; por lo cual tal parangón respecto a dos personas no frecuentemente puede realizarse con sujetos escogidos al azar. Del tamaño de la infracción sentida, y no de la experimentada, resulta el placer infractivo, en proporción directa. Tal placer, es resultado directo de la infracción sentida, la que, a su vez, resulta directamente de la infracción experimentada. El orden es, entonces: infracción experimentada → infracción sentida → placer infractivo. Las consideraciones hechas, en esta sección, respecto a la infracción y el placer infractivo, valen igualmente para el cumplimiento y el placer por cumplimiento. Así, hay dos tipos de cumplir, que de un modo análogo a lo precedente, llamaremos cumplimiento experimentado y cumplimiento sentido. Éste, guarda inversa y a la par directa proporción con la frecuencia y el tamaño, respectivamente, del primero, del que es resultado directo, a más de ser causa directa al propio tiempo del placer por cumplimiento. A fin de poner más en claro la diferencia entre, por un lado, la infracción y el cumplimiento experimentados y, por el otro, la infracción y el cumplimiento sentidos, veremos enseguida sólo algunos de los múltiples casos que, hasta cierto punto, son análogos a estos. La infracción y el cumplimiento experimentados, cuando son continuos llevan, aun grandes, a infracción y a cumplimiento sentidos exiguos análogamente a como quien a diario obtiene ingresos de un millón de dólares no siente más placer o gusto a causa, directamente, de ello que quien habituado a ganar diariamente doscientos, logra un día quinientos. Por otra parte, podemos asimismo hablar de cualidades infractivas y de cualidades observantes. Así, el placer por infracción nacido al ver a una persona, es muchas veces como resultado de que en ella hay juntamente cualidades infractivas y observantes. Y de este modo se presenta en un mismo individuo simultáneamente la contrariedad. Tal placer puede obtenerse de mirar a una persona, sin considerar su entorno, su circunstancia, de dos modos de los cuales son ejemplos: en dos fotografías: en la primera, claramente púdica y decente (p. ej.: con gesto, actitud y/o vestimenta infantil, inocente, tierno, amoroso, compasivo, feliz, contento, divertido, primoroso, deportivo, religioso, intelectual; los cuales suelen ser vistos como observancias); en la otra, muy impúdica e indecente (quitadas la mayoría de las prendas y en postura obscena, p. ej.); o en una sola imagen: a la vez púdica e impúdica, decente e indecente (conjuntos, por ejemplo, gesto libertino y prendas infantiles, tiernas, deportivas, religiosas o intelectuales medio quitadas). Por supuesto, el placer puede no sólo ser en quien está mirando la contrariedad, sino también en quien la está efectuando. 4.6Contrariedad simultánea y contrariedad alterna Para que pueda ocurrir el placer es siempre indispensable la presencia de un contraste —o contrariedad— en el espacio o en el tiempo o en ambos al par. Sin tal contrariedad no puede haber placer alguno. Sin embargo, no es preciso que tal coexistencia de los contrarios sea en la realidad, sino que puede ser una combinación de realidad con fantasía y recuerdos. Así, durante los estados aislados de cumplimiento e infracción, sean propios o en otros, no siente placer un sujeto a menos que dichos estados sean por él relacionados, mediante la fantasía o con la memoria, con estados opuestos (de infracción o cumplimiento) futuros, presentes o pasados con lo que se formen contrastes de infracción - cumplimiento fuera de la realidad presente o en combinación con ella. Una persona obtiene placer infractivo infringiendo hasta un determinado punto; p. ej., quitándose una prenda de vestir en una fiesta; pero si desea seguir sintiendo ese placer, después de un rato requiere infringir de nuevo, bien a un punto más abajo (quitándose otra prenda) en relación con el que ya ha alcanzado, o bien al mismo punto en que se encuentra, mediante una observancia previa (vistiéndose de nuevo para desvestirse nuevamente). Cuando ocurre esta alternancia entre contrarios —como, en este caso, entre el cumplimiento y la infracción— diremos que hay contrariedad alterna o temporal. Y cuando los contrarios se presentan simultáneamente, diremos que hay contrariedad simultánea o espacial. Por ejemplo, cuando una persona está en infracción, no en cuanto proceso, sino meramente en cuanto estado, es preciso, para que pueda efectuarse placer, que ese estado se acompañe de un estado de observancia; o para decirlo más en general, es precisa una contrariedad de estados. De este modo, quien en una fiesta se medio desviste, puede al cabo de ello (estado de infracción), pese a no ir más lejos ni, previa vestida, volver a hacerlo, seguir obteniendo placer infractivo si están los de en torno, en contraste, del todo vestidos (estado de cumplimiento), o, si no lo están, si así los imagina. Así que un caso en el que no podría ocurrir placer por infracción, sería el de quien se hallara siempre enteramente sin vestido junto a gente por igual desnuda, tanto, ambos estados, en el campo de lo real como en el de las fantasías y los recuerdos. Habría uniformidad en el espacio y en el tiempo; falta de todo contraste, simultáneo y alternado. Y, por el contrario, un caso por entero favorable al nacimiento de placer por infracción, está en quien se desviste, de un modo infractivo, frente a gente vestida que así permanece, lo que doblemente envuelve en sí contrariedad: espacial y temporal, simultánea y alterna. La valoración de cualquier cosa es directamente proporcional a la magnitud del contraste con su contrario en el espacio o en el tiempo, es decir, simultáneamente o de manera alterna. Por ejemplo, el hecho de ver gente desnuda en una playa nudista es valorado y es placentero solamente porque en otros lugares no se acostumbra ver gente desnuda (contrariedad simultánea o espacial). Si todo el mundo acostumbrara andar desnudo en cualquier lugar (igualdad simultánea o espacial), la desnudez no sería valorada ni sería placentera su existencia. La presencia simultánea de los contrarios permite la valoración de cada uno de ellos y la obtención de placer mediante ellos. Cuando no existe la contrariedad simultánea, sino una igualdad espacial, el placer es posible mediante una contrariedad alterna o temporal. Por ejemplo, si toda la gente que uno ve anda desnuda, la desnudez sólo puede ser valorada si existe una previa o posterior falta de desnudez, es decir, una contrariedad alterna o temporal. Cuando la contrariedad es alterna y el contraste deja de ser reciente, ocurre un estado de monotonía e imposibilidad de valoración y placer, que hace necesaria la existencia de un contraste en sentido inverso, y así sucesivamente, de manera cíclica. Cuando la igualdad es espacial y temporal es totalmente imposible la existencia de valoración y placer. En pocas palabras, hay dos formas de valorar, por ejemplo, la desnudez: mirando a la gente de una playa nudista a través de la televisión mientras se está en un lugar no nudista (contrariedad simultánea), y participando en la desnudez en una playa nudista luego de un tiempo de no haberlo hecho (contrariedad alterna). Por otra parte, el proceso de cumplir —una cita, una promesa, etc.—, puede producir placer por cumplimiento, así a quien cumple como a quien se cumple. Sin embargo, cuando entre las personas todo lo que se ha propuesto ser cumplido está cumplido ya (ausencia de contrariedad alterna), no surge el placer observante, a menos que tal igualdad temporal sea donde exista diferencia, o contraste, espacial o simultáneo; por ejemplo, una pareja puede concebir placer del cumplimiento propio al sólo percibir, imaginar o recordar que otras parejas llevan una vida de infracción. Así pues, donde todo compromiso está cumplido y sólo hay gente en igual condición (y no hay fantasías ni recuerdos de estados o procesos contrastantes con la realidad actual) el placer por cumplimiento no se da. Y a la inversa, a que se dé con su mayor intensidad, lo más propicio es que haya ambas contrariedades juntas. La agresividad del placer por infracción y la protectividad del placer por cumplimiento, en muchos casos se presentan simultáneamente incluso en detalles muy pequeños, como, por ejemplo, un apelativo denigrante dicho cariñosamente en diminutivo. 4.7Influencia de la realidad, los recuerdos y las fantasías en el placer Percibir, imaginar y recordar, como hemos visto, son los medios a través de los que puede surgir el placer entre las personas. Ahora, es necesario distinguir el grado en que dichos medios determinan el placer; de más a menos: realidad, recuerdos y fantasías. Es, por supuesto, en la realidad donde se encuentra la fuente de placer más poderosa; y en seguida, los recuerdos son más eficaces que las fantasías. Pero esto último sólo significa que un acto determinado (p. ej., un beso) es más capaz de producir placer al recordarse que al imaginarse. Otra cosa es el hecho de que la gran mayoría de los individuos ordinariamente obtenga más placer de fantasías que de recuerdos, puesto que éstos, que fueron hechos reales, son en general bastante menos acaecidos a placer, o más limitados, que aquéllas. Por esto —porque son más eficaces los recuerdos pero más difíciles, y porque el fantasear si bien no igualmente eficaz es fácil— los recuerdos y las fantasías se suelen presentar mezclados; por ejemplo: el recuerdo de una cita en la que sólo hubo palabras que la mente mejora al añadirle besos fantaseados. Así que el orden es, de más a menos eficacia: un abrazo real, ese abrazo recordado, el mismo abrazo fantaseado. 4.8Inmoralización e idealización Hay entre los humanos la tendencia, que es causa corriente del juzgar y actuar con desacierto, a ver de un modo no consciente inseparables entre sí los adjetivos de atracción, por una parte, así como los de repulsión, por otra parte. Lo cierto, no obstante, es que no hay inherencia entre ningún par de adjetivos de atracción ni entre los adjetivos de repulsión. De que exista en algo o alguien una cualidad de repulsión no puede deducirse que forzosamente exista allí otra cualidad de repulsión, ni de atracción. Y viceversa: donde existen cualidades de atracción no necesariamente existen otras, de atracción o repulsión, que puedan a partir de aquéllas deducirse. Por esto, es un error pensar que si la voz de una persona extraña que telefonea es agradable, deba ésta además ser culta, u honesta, o limpia, o feliz, o de buen parecer. Quien es, por ejemplo, inteligente, nada es necesariamente aparte de ello. De la inteligencia, como de cualquiera otra cualidad, condición, estado o circunstancia, nada que no sea la misma inteligencia —lo cual no sería propiamente una deducción— puede deducirse por necesidad. Así mismo, la ignorancia, por ejemplo, puede, sin necesidad por medio, hallarse acompañada de cualquier otra cualidad. Pero no sólo ninguna cualidad es inherente a otra, sino que además no hay cualidad que no se pueda hallar acompañada de cualquiera otra, sea adyacente o contraria cruzada. Así, puede existir una persona que a la par sea olvidadiza, inteligente, honrada, impúdica, tímida, bien parecida, prudente, envidiosa, soberbia, ingenua, desconfiada, frívola, puntual, cortés, impulsiva, asustadiza, enojadiza, analfabeta, pensadora, lasciva, cariñosa, persistente, sorda, atractiva, casada, devota, bisexual, reservada, grandílocua, cruel, sumisa, sucia, remilgada, conformista, diligente... Lo anterior, desde luego, no excluye que alguien pueda puramente ser de cualidades de atracción, o bien, de repulsión. En relación con lo antedicho está el concepto de idealización, que consiste en ver en alguien cualidades de atracción en grado o en número que excede al real. Por ejemplo, se idealiza al individuo en quien se ven grados de generosidad y honestidad mayores que los reales, o cuando se le atribuye una honradez que no posee. La idealización tiene su origen en poner la razón bajo el dominio del deseo de conocer a alguien que tenga identidad con un ideal. Ahora bien, existe un modo de autoengaño opuesto al de la idealización, que denominaremos: inmoralización. Esta, consiste en atribuir a una persona cualidades justo opuestas a las de quien idealiza. La idealización se da entre quienes buscan el placer por observancia. La inmoralización, entre quienes placer por infracción; en quienes, sometida la razón por el deseo de tal placer, ven excediendo lo que es real tan inmorales a otros como quiere su deseo. Quien tiene por hábito inmoralizar, no cree fácilmente que quien se desnuda a posar y a salir de ese modo en alguna revista, estime, y cumpla en alguna medida, valores como el de ser fiel. No obstante, la inmoralización no sólo se sigue del deseo de lo inmoral, sino, falto tal deseo, asimismo la común tendencia a deducir de dadas cualidades otras de su misma especie, como, en este caso, de repulsión. Así, la inmoralización es un error en que ha caído alguna vez casi todo ser humano. Y lo propio se puede afirmar respecto a la idealización, en un sentido más extenso que el visto antes: fuera del deseo o anhelo de moral, de cumplimiento, se idealiza muy frecuentemente. (No hay lugar a confusión en inmoralizar - idealizar con el subestimar - sobrestimar. El par primero atañe en lo esencial a lo moral; por ello se refiere únicamente a las personas. Y las causas son distintas.) Es de llamar la atención, de nuevo, la omisión, en otro error monopolar, por los humanos del opuesto aquí tratado. 4.9Lo esencial del amor Del par repulsión - atracción, la meta perseguida es la atracción, a impulsos de la repulsión. El amor, por su parte, no es sino una traducción compleja, al nivel de la vida, de la atracción que con la repulsión rige el comportamiento de los átomos y las moléculas. El amor es en la vida que ha alcanzado cierta evolución, lo que en el mundo inanimado es la atracción (p. ej., electromagnética y gravitacional). Si bien todo contrario, de atracción o repulsión, es importante, es el amor, entre los seres vivos, el contrario de atracción por antonomasia. Por esto, con el objeto de comprender la interacción humana, nos concentraremos en lo que el amor es en esencia, a fin, con preferencia a todo otro objetivo, de saber de qué manera interacciona con su opuesto: lo esencial del odio. El amor es esencialmente un deseo del bien al ser o cosa, concreta o abstracta, amada, y un deseo asimismo de estar cerca de ella. En todo género de amor (en pareja, maternal, paternal, filial, a las cosas, etc.) están presentes ambos rasgos. Invariablemente en el amor hay el deseo del bien; en muchos casos, pese a que haya ausencia de la cercanía o unión deseada hacia lo amado; y, por el contrario, en otros muchos casos, justamente gracias a esta lejanía o separación. El deseo del bien es un deseo de protección, de defensa, de cuidado al objeto de amor. Ahora bien, todo deseo de protección —de bien—, no es en rigor sino un deseo de propia protección. Más aún, todo acto, estrictamente, tiene por objeto la autoprotección. Pero hay dos diferentes modos de autoprotección, que distinguiremos con los nombres autoprotección inmediata y autoprotección mediata; a los cuales corresponden, respectivamente, el egoísmo (contrario de repulsión) y el altruismo (contrario de atracción). Así, un acto de altruismo como entrar en una casa en llamas con la mira de poner a salvo a un niño, es ante todo resultado de un intento de autoprotección (mediata, mediante proteger al niño), pues se origina del deseo que el altruista tiene de evitarse a sí mismo el dolor que le produciría el que el niño padeciera daño o sufrimiento. Y así sucede en todo acto que tiene por objeto proteger lo ajeno. La acción de darse alguien a sí mismo alimento (aunque ese alguien decida compartirlo por igual con otro), puede en un sentido lato de egoísmo, ser calificada de egoísta, mientras de altruista la de dar alimento a otro (aun cuando quien lo da, igualmente se le dé a sí mismo). Así, egoísmo y altruismo, respectivamente, son darse a sí mismo y dar a otro un beneficio. El dar sustento a un hijo puede ser visto como un acto de altruismo, pero asimismo como un acto egoísta en la medida en que ese bien es llevado a cabo en razón de ser mirado el hijo por su bienhechor como algo suyo, de una forma semejante a como cada cual mira normalmente sus propios brazos. Sin embargo, incluso quien intenta hacer un bien a quien no es ni considera de los suyos, procede por motivos egoístas, pues el fin que principalmente persigue es remediar u obviar el sufrimiento o el desagrado propios —al cual su sensibilidad lo empuja al ver el padecer ajeno—, así como lograr satisfacción para sí mismo. El concepto de autoprotección mediata, se limita a comprender la protección dada por alguien a sí mismo mediante la protección a otro de la forma más sincera y desinteresada; excluye, por ende, toda protección dada de un modo interesado, es decir, con el propósito pero sin el deseo de proteger y en muchos casos con deseo de lo contrario. Lo que importa destacar es que aun la más honesta y desinteresada forma de dar protección a otro ser o a una cosa, implica antes que todo un intento de autoprotección, aunque por medio de la protección a dicho ser o cosa, objeto de la propia estimación o amor. Análogamente a la autoprotección, al egoísmo aquí implicado lo llamaremos egoísmo mediato. Así, el altruismo, en rigor, es autoprotección mediata, egoísmo mediato. Y lo que aquí llamamos autoprotección inmediata, o egoísmo inmediato, corresponde al concepto común de egoísmo, donde el protegerse a sí mismo no es mediante la protección a otro, o bien lo es sólo con la espera de obtener un beneficio, aparte el mero buen estado o gusto resultante en el objeto de favor, que en la autoprotección mediata basta. De hecho, todo acto, de cualquier ser vivo, tiene por objeto la autoprotección, puesto que busca de una forma, ya mediata, ya inmediata dar satisfacción a las necesidades o intereses propios. La autoprotección, como hemos visto, puede darse mediante la protección a otro. Sin embargo, al mismo tiempo sucede que no existe un modo de autoprotección que no sea llevado a cabo mediante una autoagresión. Todo acto busca la autoprotección, y nunca ésta es lograda sino por medio de la autoagresión. La finalidad es la autoprotección (contrario de atracción); la autoagresión (contrario de repulsión), el medio. Los conceptos de agresión y protección, serán aquí en extremo amplios. De esta forma, lo antes dicho puede ser expuesto de otro modo, más sumario y general: no es posible dar un paso al frente sin retroceder. Todo paso al frente es, al mismo tiempo, un paso hacia atrás. Y es que nada puede ser conseguido sin un costo. Toda ganancia implica una pérdida. Nada es posible ganar (contrario de atracción) sin perder o invertir (contrario de repulsión). Por ejemplo el acto de lectura del algún libro puede al lector proporcionar una ganancia (autoprotección) en cierta información; ganancia irrealizable sino por medio de un gasto, inversión o pérdida (autoagresión) de energía. Y así mismo, el conseguir y el digerir una manzana, implica un gasto de energía que conduce a un logro —una renovación o una ganancia con creces— de la misma. A veces, la autoagresión ocurre en grado tal, que su autor no parece perseguir autoprotección. No obstante, siempre, incluso en los casos de muerte, el fin buscado es darse protección a sí mismo. Por ejemplo, quien pierde la vida en el intento de salvar del fuego a un niño, puede haber actuado con debida previsión, considerando de antemano muy probable, o segura, su propia muerte. Pero las decisiones de efectuar este género de actos, resultan de considerar, a veces al instante y de un modo inconsciente, que el previsto desenlace es preferible, para sí mismo, al desenlace con falta de intento. En cualquier caso, un esfuerzo tal hecho con toda imprevisión, por mero impulso por entero irrazonado, implica un semejante preferir y, por lo tanto, búsqueda al mismo tiempo de autoprotección. La vida no es sino un medio utilizado para la autoprotección, en la medida en que ésta es causa de placer; pero cuando este placer deviene imposible de lograr, o como tal es visto, y al mismo tiempo no queda otra forma de autoprotección que el evitar el dolor, no queda a veces más medio a la autoprotección, que procurar la muerte propia. De la vida y la muerte, la vida es el medio al que da preferencia el ser vivo, de igual modo que la da al placer por observancia, a la heterosexualidad y al coito. La muerte, en cambio, es sólo un último recurso —al cual podemos llegar cuando es imposible el ascenso hacia el contrario de atracción—, de igual manera que el placer por infracción (contrario de repulsión, como antes mencioné, cuando resulta de un alto grado de malestar), la homosexualidad y la masturbación. Pero esta calidad de preferente, no quita a la vida su papel de mero medio, hacia la protección. Naturalmente, la muerte y la vida pueden ser vistos como fines perseguidos, por ejemplo, por quien se suicida y por quien de intento convalece de una grave enfermedad, respectivamente; pero la muerte y la vida no son fines en sí mismas, mientras que sí lo es la autoprotección, buscada tanto por suicidas como por convalecientes pero por contrarios medios. La vida, en síntesis, no tiene como principal finalidad continuar la vida*, ni buscar la muerte, sino la autoprotección por medio, preferentemente, de la vida, y, como un último recurso, de la muerte. Ahora bien, el hecho de que todo paso al frente implique un paso hacia atrás, no significa, por supuesto, una falta de avance, sino meramente un costo del avance, pues la vida es de tal modo que su marcha general es dando hacia el frente más largos los pasos que hacia atrás. El progreso (contrario de atracción), que es el fin, no es susceptible de alcanzar sino mediante el retroceso (contrario de repulsión). * Los rasgos esenciales de la vida tratados en esta sección, son en todos los casos particulares de seres vivos de cualquier especie. Sin embargo, la vida a un nivel general —a nivel de especie, a nivel universal y a nivel de cualquier sistema aislado que la incluya— tiene rasgos distintos. De ello también hablaré en la sección “Muerte - Vida&?rdquo;. 4.10Distinción entre amor y altruismo Difiere del amor el altruismo sobre todo en que consiste necesariamente en actos, de protección, mientras que el amor, que si bien no excluye tales actos, puede limitarse a los deseos —sin dejar de haber por ello auténtica disposición a proteger— por variadas causas; tales como el hecho de que ya el objeto del amor esté bastante protegido (en cuyo caso, el deseo de protección no cesa, sino que se ve reducido a querer que persista ese estado), o, más por lo común, el carecer de medios para dar la necesaria protección. Diferir análogo al que ocurre entre el "amar a la Humanidad" y el más común sentido que se da a la voz "filantropía". Por definición, todo altruismo, como la filantropía, supone siempre amor, en tanto que éste no invariablemente se traduce en altruismo o en filantropía. Por añadidura, el altruismo se refiere únicamente al acto de un humano a otro; el amor, en cambio, al deseo o al acto no sólo entre humanos, sino de un humano hacia sí mismo, hacia animales (y de éstos, a sí mismos, entre sí, a humanos y cosas) y hacia todo en absoluto lo demás que existe, igual en fantasía que en realidad. Por lo tanto, engloba mucho más que el de altruismo el concepto de amor. 4.11Causas del amor Toda fuente de satisfacción, puede ser causa de amor. Así, desde el momento en que a alguien dan satisfacción, suelen dar lugar a amor una persona, por ejemplo, y un canario. Pero como puede ocurrir el amor tanto si son involuntarias como de pensado las satisfacciones, son de igual manera ejemplos una idea y un automóvil, y un canario y la persona aun cuando no solo no sepan de que existe quién los ama, y no hayan procurado nunca despertar amor, sino que, y muchas veces justamente gracias a ello, se hayan esforzado en no inspirarlo. Según ya vimos sobre todo en cuanto a lo sexual, las satisfacciones pueden producirse mediante observancia y mediante infracción. Y así, el amor puede ser fruto no solo del placer por cumplimiento, sino, y acorde con el principio de las dos causas, también del infractivo. En efecto, una persona puede concebir amor hacia otra no sólo porque ésta le sea fiel o porque vea en ella virtudes, sino en vista, asimismo, de que le sea infiel o tenga otras costumbres normalmente vistas como infractivas y, con ello o de otros modos, sea agresiva. Casos, estos, no infrecuentes en no bajos grados de infracción, y muy frecuentes en los moderados; como, por ejemplo, en medio de elevado amor y cumplimiento, una persona íntimamente suelta en busca de placer una palabra obscena, que en tal vínculo hace oficio similar al que en la masa de un pan dulce desempeña a menudo una pizca de sal. El placer por observancia y el placer por infracción en muchos casos son causas de amor de un modo combinado simultánea o alternamente, de manera análoga a como se suelen combinar los alimentos, con gustos contrarios, como, por ejemplo, lo dulce con lo salado, con lo agrio y con lo amargo. Por otra parte, un acto en beneficio de alguien prueba amor en la medida en que resulta de un esfuerzo o un sacrificio. Por ejemplo, si bien numerosas personas tienen mucho más dinero que otras por virtud de que ellas mismas o sus ascendientes se han sacrificado y esforzado mucho más eficientemente, la gente ya opulenta tiene en el presente que esforzarse mucho menos para obtener una manzana que cuando era pobre o que otra gente muy necesitada. Por esto, suele ser que el recibir como regalo cien manzanas de quien es en alto grado adinerado, sea tenido por prueba de menos amor o interés que el recibir tan solo una de quien vive en grado de carencia tal, que ese desprendimiento le requiere un mayor sacrificio que el que, presentemente, al rico el desasirse de cien. (Otra cosa es que ello en el unirse las personas no sea en muchos casos lo preciso, y ni siquiera lo importante.) Una causa importante de amor es, por cuanto es por sí solo frecuente fuente de satisfacción, el amor recibido. A este respecto, es oportuno ver que puesto que el amar implica la valoración del ser o cosa amados, y a su vez tal valorar supone necesariamente en el amante el juicio que distingue de otros al objeto de su amor, un acto protectivo —o, en algunos casos, agresivo— prueba amor en proporción directa al grado de exclusividad o privilegio con que es ofrecido. Así, por ejemplo, prueba más amor alguien a una persona que se encuentra en un grupo de cien, regalando sólo a ésta —ninguna a los demás— una manzana —o la más diminuta y barata (pero, en este caso, no insignificante) calcomanía en figura de esa fruta—, que quien le obsequiara cien manzanas y otro tanto a cada cual del resto. En el primer caso, la persona objeto del regalo siente ser más valorada, a causa de que se le incluye en un sitio sin par, o de personas muy selectas, favorablemente. Y tal conveniente inclusión, que es un contrario de atracción, es un objeto o fin que, desde luego, no se puede realizar sino mediante la exclusión, que es el contrario de repulsión, a otras personas. La vida no sería posible en modo alguno con ausencia de la posibilidad de valorar, amar y recibir valoración y amor los individuos. Y la valoración, y por tanto el amor, es imposible sin la exclusión, en todos los casos. Por ejemplo, dichas cien personas obsequiadas por igual, pueden tener sus manzanas como pruebas de valoración o amor si hay otros grupos de personas a los cuales se excluyó de tal regalo o premiación. Empero, en falta de toda exclusión, bien porque todo el mundo haya igualmente recibido obsequio o premio, bien debido a no haberse considerado al resto, no hay posible modo de probar amor o valorar 4.12Feminidad - Masculinidad Hay pares de contrarios, en los que cada opuesto está constituido por un conjunto de cualidades o características, algunas de las cuales tienen cierta contrariedad entre sí. Sin embargo, en estos casos también es posible la clasificación contrario de repulsión - contrario de atracción, tomando en cuenta los rasgos más predominantes en cada uno de los polos. Por supuesto, la feminidad y la masculinidad varían de un lugar a otro y de un tiempo a otro. En la actualidad en los países que han alcanzado los más altos grados de progreso, algunos de los rasgos de estas cualidades han cambiado de tal modo que la polarización entre estos dos contrarios es menor que en otras épocas y que en otros países de menor progreso del presente. Sin embargo, el grado de contrariedad —de polarización— entre la feminidad y la masculinidad es y será siempre necesariamente muy marcado en algunos de sus rasgos esenciales. La feminidad y la masculinidad en sus formas más tradicionales y más polarizadas en ciertos rasgos, muestran más marcadamente la asimetría que, análogamente a todo otro par de contrarios, existe en este par. La masculinidad (contrario de atracción) existe en el hombre como una reacción a (contra y hacia) la feminidad (contrario de repulsión), mientras que la feminidad constituye una acción o cualidad cuya razón de ser es esencialmente dar lugar a la masculinidad, originarla y motivarla; causarla. El rasgo de asimetría consistente en la reactividad de la masculinidad contra la feminidad, es manifiesto en el hecho de que, normalmente, la mayor afrenta que puede hacerse contra el hombre, es poner en duda su masculinidad o su virilidad, mientras que para la mujer no es, normalmente, tan preocupante que sea puesta en duda su feminidad. Esto es debido a que la masculinidad consiste principalmente en la presencia de cualidades difíciles de lograr (fortaleza, independencia, valentía, por ejemplo), mientras que la feminidad consiste esencialmente —con variaciones históricas y geográficas— en la relativa ausencia —o menor presencia— de esas cualidades, y en la presencia de otras cualidades menos difíciles de lograr (por ejemplo, belleza). Es más difícil ser masculino que femenina.* La valoración en las relaciones entre géneros sexuales opuestos, está fuertemente concentrada en la masculinidad. En diversas culturas es relativamente normal que las mujeres se tomen de la mano o se saluden con un beso, debido a que las "cargas", por así decirlo, de estos signos iguales (ambos negativos) son relativamente débiles, mientras que debido a ser relativamente fuertes las "cargas" en los signos masculinos (ambos positivos), entre los hombres es raro que haya tal acercamiento. La popular frase "detrás de todo gran hombre hay una gran mujer" es en gran medida cierta. En un sentido más amplio, la mujer (contrario de repulsión) es causa del hombre (contrario de atracción), porque, además de la masculinidad en sí, gran parte de los logros derivados de la masculinidad del hombre están inspirados en la mujer, en la feminidad de ésta. La masculinidad es entonces no sólo una reacción contra la feminidad, sino al mismo tiempo una reacción hacia la feminidad. Contra ésta porque el hombre realiza un esfuerzo por no ser femenino y ser masculino (un esfuerzo mucho mayor que el que realiza la mujer por no ser masculina), y hacia esa cualidad porque hacia la mujer (hacia su atrayente feminidad) apuntan los esfuerzos del hombre por sobresalir mediante sus acciones masculinas. Además, estos rasgos y esta asimetría** en el par feminidad - masculinidad, están presentes también en la conducta de las hembras y los machos de muchas otras especies de animales; y desde el punto de vista biológico también podemos decir que la hembra en general es causa del macho porque es quien lo gesta, lo pare, e incluso en muchos casos lo amamanta y lo cuida en la infancia. La ignorancia en el ser humano con respecto a los cardinales conceptos de la Teoría del Equilibrio Universal, es resultado de que ha infravalorado, minimizado y en muchos casos de plano ignorado la función de toda una mitad del Universo. Entre múltiples ejemplos que puedo poner, está el uso de la palabra "hombre" para hacer referencia al "ser humano" en general, y también la presencia de formas masculinas sin sus formas femeninas en palabras de muchos idiomas. * Esto, sin considerar las dificultades resultantes de la feminidad por la discriminación que hacia ella predomina. ** En otras especies de animales hay diferencias en estos aspectos; pero necesariamente en todos los casos en que hay sexos opuestos hay asimetría, y ésta cumple el principio de bipolaridad. 4.13Causalidad renovativa o medial y causalidad final Todo placer es resultado de la satisfacción de una necesidad. Siempre que se alcanza un estado en que la satisfacción de una necesidad, como, por ejemplo, la necesidad de seguridad, es tan alta que ya no puede obtenerse ningún placer de la satisfacción de esa necesidad, surge una sensación de necesidad de insatisfacción de esa necesidad que posibilite la readquisición de seguridad y, por lo tanto, la reobtención de placer mediante ese proceso de readquisición de seguridad. Puesto que el motor de la vida radica en la satisfacción de necesidades, cada vez que una necesidad se siente como plenamente satisfecha, es reemplazada por una necesidad —sentida o experimentada— de que nuevamente exista, insatisfecha, dicha necesidad, para que el proceso del disfrute y del sentido de la vida pueda renovarse y continuar. La vida consiste en la repetición cíclica de unas mismas necesidades, y el proceso causal necesidad satisfecha → necesidad de insatisfacción es el eslabón que une y hace posibles esas vitales repeticiones. Tal causalidad es tan indispensable para la vida como lo es la causación necesidad insatisfecha → necesidad satisfecha (es decir, necesidad → satisfacción). Todo par de contrarios implica una interacción en la que hay un par de distintas causalidades, que operan en conjunto, en armonía, para hacer posible la existencia y el progreso de todo lo que existe. La evolución de la vida, en cualquier forma, y la del Universo en su conjunto, así como el más pequeño movimiento de cualquier objeto, son siempre resultado de esa doble causalidad entre contrarios, que distinguiremos con las siguientes denominaciones: causalidad renovativa o medial (contrario de repulsión) y causalidad final (contrario de atracción). La causación renovativa consiste en la generación de un contrario de repulsión a partir de un contrario de atracción. Este tipo de causalidad, no es una finalidad en sí, sino meramente un medio, imprescindible, para la renovación reiterativa de la causalidad final. La causalidad medial es renovativa, su función es posibilitar la continuación cíclica de la causalidad final. La causación final, por su parte, consiste en la generación de un contrario de atracción a partir de un contrario de repulsión. Véase la Figura 3 Figura 3
La causalidad renovativa o medial y la causalidad final, desempeñan funciones análogas a las de los contrarios mediales y los contrarios finales, respectivamente. La primera constituye el medio hacia la segunda, la cual constituye la finalidad.
Cuando la necesidad de protección, por ejemplo, ha sido completamente satisfecha, se origina una necesidad de agresión que pueda dar lugar a que nuevamente haya necesidad de protección, que es la finalidad; y análogamente sucede en los demás pares de contrarios. Pares de contrarios esenciales, como inseguridad - seguridad y agresión - protección, ocurren continuamente en todos los individuos final y renovativamente. En cambio, otros muchos varían de un individuo a otro, porque no son esenciales, sino distintas formas opcionales en que pueden llevarse a cabo los contrarios esenciales; por ejemplo, en el par infidelidad - fidelidad no en todas las personas ocurre la causalidad renovativa, fidelidad → infidelidad, porque en muchas de ellas —las comparativamente conservadoras— la necesidad de fidelidad (la necesidad de seguridad) no llega a estar nunca satisfecha por completo. Solamente las personas que han llegado a cierto grado de liberalidad llegan a sentir tan satisfechas sus necesidades de seguridad y fidelidad, que sienten la necesidad de infidelidad, para, desde la infidelidad ya satisfecha, poder volver a sentir la necesidad y la valoración de la fidelidad, que es la finalidad. (Así como en las personas conservadoras la necesidad de seguridad en muchos casos no llega a satisfacerse completamente, en las personas liberales en muchos casos la necesidad de inseguridad tampoco llega satisfacerse por entero, y por ello, por ejemplo, la infidelidad u otras formas de infracción se prolongan o constituyen casi las únicas formas de obtención de placer.) Cada ser vivo —individual o grupal— es en la vida como un jardinero en un jardín enorme en el que tiene diariamente que regar las plantas y quitar las hojas secas: al final de su jornada diaria nuevamente parte de la tierra ya perdió humedad y hay otras hojas secas en el suelo. Pero la belleza de la vida, su sentido, su razón de ser, lo que en síntesis la hace deseable (valorable), posible y continuable, es la periódica recompensa de ese trabajo de jardinería; es decir, ese periódico notar la diferencia entre la tierra seca y con hojarasca y la tierra húmeda y libre de hojas secas. La diferencia entre la vida ininterrumpida (durante todo el ciclo individual o perpetuamente en un sistema social aislado) y la ausencia perpetua de vida, está en si ese riego y limpieza es continuamente un proceso o un estado, respectivamente. La vida es, y sólo puede ser, un proceso que se perpetúa. Por el contrario, cualquier estado que se perpetúa —sin un proceso de cambio continuo o frecuente que lo sustente— es completamente ajeno a la existencia de vida.
CAPÍTULO5
Equilibrio entre contrarios
5.1Un imán y la Teoría del Equilibrio Universal Cuando menos, buena parte de la clave del funcionamiento de la interacción, sea repulsiva o atractiva, entre las partes, sean contrarias o del mismo lado, animadas (individuos, naciones, mundos, p. ej.) y entre las inanimadas (p. ej., galaxias, cúmulos de galaxias), puede descubrirse en un imán. De hecho, la Teoría del Equilibrio Universal es resultado en gran medida de extrapolar cuatro propiedades de un imán a las interacciones entre toda la materia. A saber, un imán: 1.- Posee polos inseparables (a nivel general). 2.- Es convertido en dos imanes al ser partido; y dos imanes, en uno al ser juntados. 3.- Genera atracción mediante repulsión, y repulsión mediante atracción. 4.- Tiene polos magnéticos de igual magnitud y de opuesta polaridad o signo. Del punto primero —en el que en parte, generalizadamente a todo par de opuestos, estriba el principio de bipolaridad— hemos tratado ya desde el segundo capítulo. Y hasta el final del libro seguiremos viendo a cada paso que, por necesidad, en todo par de polos es tal propiedad. Aparentemente, la segunda propiedad no es sino otra forma de enunciar la anterior. Sin embargo, en realidad no son lo mismo, pues la imposibilidad de separar dos partes no tiene por fuerza que ser de ese modo: podría, por ejemplo, ser por causa de que la materia del imán se hallara unida con fuerza tan grande, que ninguna fuerza la pudiera seccionar o separar; o bien debido a que siendo posible la separación, ésta destruyera, como efecto, las partes resultantes, de igual modo que sucede en un ser vivo por la división de sus partes vitales. Un imán es muy distinto de ambos casos: puede ser fácilmente partido y, no obstante, burla, por así decirlo, tal separación originando un nuevo imán (menor en fuerza) en cada parte resultante. Un poco más adelante, en este capítulo, veremos con detalle cómo este fenómeno sucede entre los seres vivos. Que la atracción está causada por la repulsión, hemos venido demostrando —y en tal dirección seguiremos ahora— en el sentido de que los contrarios de atracción (p. ej., liberación, satisfacción, facilidad) son fines alcanzables sólo mediante contrarios de repulsión (p. ej., conservación, necesidad, dificultad). De la causación inversa, p. ej., satisfacción → necesidad, hemos hablado ya en la sección “Causalidad renovativa o medial y causalidad final” y volveremos a ello en la sección “Tamaño del Universo&?rdquo;. El punto cuatro, dicho más sencillamente, consiste en que un imán posee, con toda exactitud, iguales cantidades de repulsión y atracción. Es decir, existe un equilibrio entre repulsión y atracción; equilibrio que necesariamente ocurre también, según veremos a partir de aquí, entre todos los demás contrarios que constituyen influencias. 5.2Ley de equilibrio entre contrarios El impudor y el pudor existen porque los valoran desiderativamente las personas; en la mayoría de los casos son consecuencia de ese valorar. Además, sólo es posible la existencia de pudor si hay impudor, y viceversa, pues si existiera únicamente una de ambas cualidades, no sería sentida en modo alguno —al no existir contrariedad—, ni, por lo tanto, sería valorada. Ahora bien: no sólo el hecho de si existe o no este par de cualidades depende de si hacia ellas hay o no valoración: también la medida en que existen depende del grado de valoración; y a la inversa: el grado de este valorar es dependiente de cuánto impudor y pudor hay presente. Cuando es escaso el impudor, es altamente valorado; cuando, en cambio, sobreabunda, poco. Pero estos crecimiento y reducción en valorar el impudor, suceden con exactamente igual medida que en valoración hacia el pudor un decremento y un incremento simultáneos, respectivamente. Dicho de otra forma: cuando aumenta demasiado el impudor, en consecuencia es menos valorado; al mismo tiempo es más valorada la presencia del pudor, y, por lo tanto, tiende éste a aumentar y aquél a disminuir, con lo cual ocurre el equilibrio de hecho entre las cantidades de estos dos contrarios dentro de un sistema social aislado. Estos cambios de valoración y de conducta consiguiente, no son otros que los vistos ya, en el tercer capítulo, al hablar respecto al par necesidad - satisfacción; pero ahora no en lo individual, sino al nivel, más elevado, de cualquier sistema —aislado de otros o cualquier influencia externa significativa— de individuos (desde algunos hasta miles de millones o cualquier pluralidad) comunicados entre sí; o también, al nivel de sistemas como el antedicho, en comunicación o relación recíproca y aislados en conjunto. Los grados habituales de impudor y de pudor, son de uno a otro individuo desde iguales hasta extremamente variados. Por esto, dentro un sistema aislado hay por un lado quienes son calificados de impúdicos, y por otro quienes son considerados como púdicos. Dicho de otro modo, hay dos bandos opuestos, con personas, por un lado, que se identifican entre sí, sienten atracción mutua y forman alianza contra quienes, por el otro lado, por tener en una de esas cualidades igualdad o semejanza entre sí, simpatizan mutuamente y forman unión en pugna con su opuesto. Existen a la vez repulsión y atracción, y, como efecto, separación y unificación. Repulsión entre los bandos, y atracción entre los miembros que componen tales bandos. Y esta repulsión entre contrarios, desempeña una función, entre otras, decisivamente equilibrante entre las dos parcialidades, ya que en cuanto, por ejemplo, el impudor empieza a acrecentarse en demasía respecto del pudor, no solamente disminuye la atracción hacia él entre quienes lo acogen y propugnan, y entre quienes lo rechazan crece la atracción mutua, sino que a la vez la repulsión de los impúdicos habida en contra de pudor, decrece, a la par que en los adeptos del pudor aumenta la repulsión contra el impudor. La repulsión y la atracción deciden juntamente el equilibrio entre contrarios dentro de un sistema aislado. Desde el momento en que un contrario excede al otro, pierde fuerza a causa de que, por su sobra, empieza a ser menos valorado: es menos defendido y ataca a su opuesto, en consecuencia, con menor esfuerzo, con mayor debilidad cuanto más grande es la medida en que lo excede. Y simultáneamente, el contrario que ha sido excedido, por virtud de que, por su escasez, empieza a ser más valorado, gana fuerza: consiguientemente es más defendido y pugna más contra su opuesto, con más fuerza en la medida en que es mayor el grado en que es sobrepasado. Esto implica lo siguiente: cuanto mayor es el desequilibrio, tanto mayor es la tendencia al equilibrio, en un sistema aislado. De hecho, en un sistema en el que los contrarios son los que deciden en qué grado existen —y así es en todo sistema aislado—, de una forma natural, en tales condiciones, los contrarios siempre alcanzan equilibrio, a veces luego de algún tiempo, sin necesidad de que lo acuerden entre sí o las partes implicadas tengan ese objetivo en mente.. Ley de equilibrio entre contrarios: en cualquier sistema aislado, cualquier par de contrarios está siempre en equilibrio o en proceso de equilibrio. Para ilustrar de otra manera cómo ocurre este proceso, será útil compararlo con el que ocurre en un líquido en dos vasos comunicantes. Como es sabido, un líquido alcanza un mismo nivel en recipientes entre sí comunicados. Si, por ejemplo, estando en equilibrio, el vaso A (véase la Figura 4) recibe un litro de agua, habría en él un exceso de un litro y en el vaso B habría una falta de la misma cantidad; pero ello trae por resultado una tendencia al equilibrio que, si nada impide el libre flujo de un vaso a otro, se concreta de una forma indefectible. Figura 4
Un litro añadido de golpe en uno de los vasos, es origen de un desequilibrio brusco y un no menos súbito equilibrio, que se inicia desde el mismo instante en que el agua añadida toca, y, por tanto, presiona o influye, el líquido habido en el vaso. El desequilibrio, en este caso, existe momentáneamente. Dicho de otro modo, el equilibrio es realizado por completo en un momento. En cambio, la tendencia al equilibrio y el inicio de éste, no demoran ni un instante en ocurrir: son de una forma inmediata a la presión o exceso en el sistema. Por esta causa, no llega a existir desequilibrio perceptible cuando el agua de una vez adicionada en uno de los vasos es en cantidad no grande en proporción a la que existe en el sistema; como, por ejemplo, en gotas o en un chorro de llave doméstica en el caso de un sistema de seis litros. Naturalmente, la prontitud con que sea llevado a cabo el equilibrio, dependerá de cuánto estén comunicados ambos recipientes entre sí. No habrá entre ambos niveles diferencia alguna si la comunicación entre los vasos es de un diámetro de tres centímetros. Pero la habrá, durante la adición, si el paso tiene un ancho de un milímetro; aunque tras el cese, o reducción bastante, de incremento de agua el equilibrio es consumado poco a poco. Todo lo hasta aquí dicho respecto al equilibrio en recipientes que están comunicados entre sí, de una forma análoga sucede entre valores o influencias existentes dentro de cualquier sistema de individuos entre sí comunicados. Una cantidad proporcionalmente elevada de impudor adicionado de repente en un sistema, sin ninguna añadidura de pudor, no es algo que a menudo ocurra. Un ejemplo de tal caso sería que a un sistema aislado constituido por escasa población (unos quinientos individuos), un barco arribara llevando consigo un centenar de desnudistas, que inundaran al momento con tal práctica las calles. La reacción de pudor contra ese exceso de impudor, sería igualmente brusca. Pero habría un desequilibrio momentáneo por el tiempo que, a habitantes y a autoridades, sería necesario en la ejecución de las medidas adoptadas contra el impudor sobrante (lo cual en gran medida dependería de la eficacia y cantidad de vías de comunicación y de transporte allí). En cambio, si entraran los nudistas no en tropel (no a chorros), sino de uno en uno (gota a gota), el equilibrio sería producido, mediante la intervención de las autoridades, con tan pareja proporción con el desequilibrio, que éste no se notaría gran cosa. El caso primero, el centenar que entra de golpe, constituye una invasión. El segundo, una sucesión de incidentes, caso que es entre los dos el más aproximado a lo normal. De hecho ocurre que el equilibrio que sucede entre los contrarios valorados o influencias es, en sus dispersas y frecuentes y aun continuas demasías luego aplacadas, comparable, más que a la llanura en los niveles de agua en vasos, al variablemente levantisco ondeo en la superficie del océano, que, por lo demás, no obstante dicha agitación, está siempre aproximadamente en equilibrio, simultánea o alternamente. Es oportuno aclarar que el equilibrio entre contrarios no sucede —más que de una forma resultante del acaso— entre los números de las partes (individuos, por ejemplo) de que constan los contrarios, sino entre las cantidades de la influencia que en las partes del sistema ejercen los contrarios. Estas cantidades —de número y de influencia—, suelen ocurrir distribuidas desigualmente entre las partes, sin perjuicio de que exista el equilibrio. En pocas palabras, el equilibrio entre contrarios es cuantitativo, no numérico o distributivo. Para entender mejor esta cuestión, es necesario notar que los contrarios son un par de influencias o fuerzas efectivas (que producen cambio), y que entre éstas es donde sucede el equilibrio. Así, entre dos ejércitos contrarios —o sea entre dos fuerzas efectivas contrarias—, puede existir equilibrio aun cuando los soldados de uno sean el triple en número que los del otro. Y asimismo, en un sistema aislado reducido, como, por ejemplo, un pueblo, un alto grado de impudor de un solo habitante bien podría, por sí solo, sostener pudor en todo el resto de personas. Tal variable relación entre el contrario y cuántas partes lo componen, es análoga a la que hay entre la masa y el volumen de los cuerpos: es la masa, y no el volumen, lo que cuenta en la balanza. En el equilibrio (internacional) de poder, siempre que los partidarios de uno de los bandos aumentan en fuerza e influencia, despiertan desconfianza en otras partes del sistema al cual pertenecen y suscitan en éstas acciones en contra de la alianza que conforman las partes de ese otro bando. Cada vez que uno de los bandos comienza a parecer amenazador por la cantidad de poder e influencia que ejerce, otros bandos se oponen de tal manera que el equilibrio entre contrarios tiende siempre a producirse y se concreta siempre, de un modo u otro: mediante una bipolaridad o una multipolaridad, simultánea o alternadamente. Esa suspicacia preventiva no sólo se opone a la existencia de una monopolaridad o unipolaridad, sino que da pie a la existencia del equilibrio de poder e influencia entre bandos opuestos, dentro de un sistema aislado. De que la Humanidad no haya notado, sino muy limitadamente, el equilibrio entre contrarios, una de las causas es el no haber reparado en que hay un vínculo causal entre los mismos. Sin tal conocimiento, es fácil creer incluso que es posible la existencia de un contrario sin el otro. También, de ello es causa, el que todo sistema social, civilizado, en la Tierra está comunicado, y, por consiguiente, externamente influido y en desequilibrio. En efecto, así como todo sistema aislado está en equilibrio o en vías de equilibrio, así también todo sistema en comunicación, externa, está desequilibrado o en proceso de desequilibrio. Sólo la Tierra en su conjunto, y no algún otro sistema —con progreso relativamente adelantado— en ella, está incomunicada (externamente), aislada, en equilibrio o en proceso de equilibrio. En los subsistemas puede ser tal el desequilibrio, que todo un país, o una ciudad, esté monopolarizado de la misma forma en que lo puede estar un individuo, un grupo o una empresa; un bar, por ejemplo, suele contener en sí sólo personas que, en menor o mayor grado, beben; por lo general no hay en él la bipolaridad bebedor - abstemio (y si alguna vez la hay, lo más probable es que no haya equilibrio en él); sin embargo, tal agrupamiento de individuos similares entre sí, nunca es posible sino dentro de otro grupo (p. ej., una ciudad), o en relación con él, donde hay a la vez abstinentes (contrariedad o bipolaridad simultánea); o bien cuando en ese mismo agrupamiento, estando aislado, hay alternancia entre las costumbres de beber y de abstenerse. Y, así mismo, puede una ciudad, o incluso un país, constituir enteramente una suerte de bar; pero sólo en conexión, simultánea o alterna, con su opuesto. Este hecho de que puede haber un grupo grande de personas similares entre sí (bebedoras, o desnudistas, o pobres, o pacifistas, o deshonestas, etc.), aunado con la ignorancia de que todo estado y toda conducta tienen su causa y medida en su estado y conducta contrario, con facilidad conduce a pensar equivocadamente que la extensión de un grupo de tal homogeneidad podría crecer hasta llegar a ser mundial, esto es, hasta conformar una monopolaridad aislada. Aunque en estos casos he hablado en cuanto a excesos de impudor con respecto al pudor, en los casos de excesos de pudor con relación al impudor sucede lo mismo. La tendencia al equilibrio y el equilibrio resultante ocurren igualmente —simultánea o alternadamente— en todos los excesos de cualquier contrario, independientemente de si es un contrario de repulsión o un contrario de atracción. El Universo es cualitativamente asimétrico y cuantitativamente simétrico. 5.3Leyes de la conservación de la contrariedad y el equilibrio 5.3.1Ley de rebipolarización Tal como sucede que al romper un imán en dos partes éstas son convertidas en imanes de menor tamaño en lugar de en monopolos, al aislar o separar los polos o bandos contrarios de que está compuesto un sistema social el resultado no es un par de monopolos, sino dos sistemas bipolares de menor tamaño. Al ser aislados, los polos sociales en consecuencia se bipolarizan. Si, por ejemplo, en el caso de un pueblo incomunicado en el que es sólo un individuo quien con su impudor extremo da sostenimiento al pudor de los demás tal persona es una servidora sexual de ostensible liviandad en cualesquiera sitios públicos, traerá como reacción sobre todo en padres, hermanos, esposos, novios y amistades de mujeres, tan grande repulsión y crítica a tal impudicia, que no habrá mujer que la quiera seguir o imitar. En tal meretriz habría el más frecuentemente señalado ejemplo de conducta femenina evitable; y en su nombre, el alias que a cualquier mujer sería más afrentoso y denigrante que cualquier otro, y, por lo tanto, empleado de ordinario en riñas, intrigas y murmuraciones. Tales serían las causas de que hubiera repulsión en los demás hacia el impudor, y por tanto atracción (valoración) hacia el pudor. Pero si, por temor al impúdico influjo, un día dicha trabajadora sexual fuera desterrada por el pueblo —quedando de este modo sólo gente púdica—, al no haber ya ninguna fuente de impudor, comenzaría éste a ser menos temido, a la vez a ser deseado, y por tanto, al mismo tiempo, el pudor empezaría a ser menos deseado y a ser temido. Así, llegaría el momento, no mucho tiempo después, en que la conducta de alguno o algunos de los habitantes sería relajada, supliendo al antes alejado este nuevo impudor. En este caso, y enseguida veremos asimismo otros, la rebipolarización ocurre entre las personas; pero puede ser también en ellas. Llamaré a una y otra forma de contrariedad, respectivamente: bipolarización social (contrario de atracción) y bipolarización individual (contrario de repulsión). Cuando un grupo de mujeres u hombres es aislado de su sexo opuesto durante largo tiempo, surgen nuevos "hombres" o "mujeres", respectivamente, dentro de ese grupo (rebipolarización social). Por supuesto, el equilibrio no ocurre entre los números de tales individuos, sino entre feminidad y masculinidad. Si un conjunto, por ejemplo, de hombres es aislado por completo de mujeres, disminuye entre ellos —después de algún tiempo— la valoración hacia la masculinidad, debido a que lo que motiva a valorar la posesión de tal cualidad es la presencia de mujeres, quienes lo piden en el hombre. En ausencia de éstas, no hay en los hombres motivo para seguir realizando el esfuerzo de ser masculinos. A causa de esto, al principio de tal aislamiento, alguno o algunos —los que son hacia ello más propensos— se feminizan, se convierten en "mujeres", sustitutos de ellas, dando así sustento a que la masculinidad persista y sea reavivada en los demás. Sin tal nueva feminidad, no habría tampoco masculinidad. (Adjetivar de homosexuales tales nuevas relaciones, sería en cierta forma erróneo: si bien hay igualdad sexual desde el punto de vista biológico, hay contrariedad en los roles que socialmente valoran y adoptan los individuos. Es necesario tomar en cuenta que si fuera enteramente practicable y asequible, económicamente, a cualquiera un cambio biológico al respeto, sería realizado por gran número de quienes feminizan su conducta, y así habría nuevas mujeres en sentido estricto. En un sentido menos estricto, que en el equilibrio entre contrarios es el importante —determinante—, puesto que hay nuevas mujeres hay también nueva heterosexualidad. Y sólo sería posible calificar de homosexuales las relaciones entre las personas que hayan decidido ser mujeres o seguir siendo hombres y habitualmente procedan y vistan, respectivamente, como mujeres y como hombres.) Cualquier individuo que se aísla en el aspecto sexual y de amor de pareja (es decir, que deja de tener pareja), al fantasear que tiene relación sexual o amorosa y al masturbarse se bipolariza (rebipolarización individual): hay contrariedad en él al mismo tiempo entre feminidad y masculinidad: quien meramente fantasea la relación, crea mediante la imaginación el contrario faltante; quien se masturba, lo encarna o lo representa concretamente con otra parte de su mismo cuerpo o con algún objeto. La bipolaridad individual en las personas varía en el grado en que la incomunicación externa, es decir, el aislamiento respecto a otros individuos, varía en cada cual. La persona exiliada que en el pueblo antedicho, en comunicación con otros, era un solo polo, en sí un desequilibrio (puesto que el pudor en ella era mucho menos que su impudor), al ser aislada, por ejemplo en una cabaña en las afueras, y al no encontrar ningún pudor por contraste con el cual valorar todavía su impudor, se bipolariza (rebipolarización individual) recordando o fantaseando escenas en las cuales ella aparece dentro de un sistema social en el que hay asimismo pudor y en el cual, por lo tanto, su impudor es valorado por otras personas; o bien, al perder ella valoración hacia el impudor, se vuelve al mismo tiempo o alternadamente, púdica también. Así, en aislamiento externo, pero en comunicación con sus recuerdos, fantasías y acciones propias, esa persona (de manera natural e ineluctable) recupera el contrario perdido, y se equilibra en sí misma (en su individualidad) análogamente a cómo ocurrió en el sistema social al cual ella perteneció. El hecho de que una persona pronuncie, piense, evoque, fantasee o haga en soledad algo púdico o impúdico y por ello sienta placer, significa que procede, respectivamente, con impudor o pudor asimismo, de una forma alterna o simultánea. También, cuando las personas sienten la necesidad de diálogo y son aisladas, surge una contrariedad —una bipolaridad— intraindividual en cada cual, un monólogo a modo de diálogo entre dos partes dentro del individuo*, donde una parte interna toma el lugar de la parte externa ausente (otro individuo). Esta bipolaridad individual suele ocurrir de un modo intermitente en muchos individuos en cualquier conversación normal (y, por supuesto, tales diálogos internos momentáneos sólo ocurren cuando existe al mismo tiempo un fugaz aislamiento, por incomunicación recíproca o debido a interrupción de la atención —hacia la otra persona— por quien opta por el diálogo consigo mismo). Pero es, tal bipolarización, por lo común más acentuada en quienes se aíslan durante horas; y más todavía en quienes, por muy diversas causas posibles, viven de largo tiempo en soledad extrema. Asimismo, hay que distinguir dos formas de bipolaridad social: bipolaridad interna y bipolaridad externa. La rebipolarización interna ocurre cuando un contrario o polo al ser aislado (mopolaridad o unipolaridad) se divide en dos contrarios, como ocurre en el caso de un imán al ser separados sus polos. La rebipolarización externa, en cambio, sucede cuando un contrario o polo al ser aislado comienza a interaccionar contrariamente con otra parte que aquella de la cual fue separado. Una u otra forma de rebipolarización suele ocurrir cuando un contrario es aislado de su contrario. Al hablar de rebipolarización, me refiero a que surge cuando menos un polo más (interna o externamente) enseguida de que un sistema bipolar o multipolar es monopolarizado o sufre cambios tendientes a una monopolaridad, de tal modo que el resultado es, como mínimo, una nueva bipolaridad, o a veces una multipolaridad. Así, cuando un país o bloque de países es aislado de su contrario (por ejemplo, porque éste es derrotado) y por lo tanto se convierte en una unipolaridad (monopolaridad), hay como consecuencia varias posibles formas de rebipolarización: el país o grupo de países se divide o pierde cohesión social o aumenta el descontento social, o aumenta la competencia entre las partes que lo constituyen, hay un reemplazo de la agresividad externa por un aumento de agresividad interna (rebipolarización interna); o comienza a competir con otro país o bloque de países, es decir, hay un desplazamiento de la agresividad o rivalidad desde un país o grupo de países a otro país o grupo de países (rebipolarización externa); o como tercera opción ocurre una forma de rebipolarización o contrariedad alterna, de la cual hablaré en la siguiente sección. También, estas formas de rebipolarización pueden presentarse combinadamente. Otro claro ejemplo de la tendencia a la rebipolarización (externa) de un sistema aislado al monopolarizarse, es el hecho de que enseguida de disolverse la Unión Soviética en 1991 (la Comunidad de Estados Independientes fue fundada en diciembre de 1991, lo cual marcó el fin oficial de la URSS), fue formada la Unión Europea, en 1993 (el Tratado de Maastricht de la Unión Europea fue firmado en febrero de 1992 y entró en vigor al año siguiente). No puede decirse que un resultado del fin de la Guerra Fría sea un mundo unipolar. El mundo actualmente no constituye una unipolaridad, sino un sistema multipolar (Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y China). En el equilibrio internacional de poder, no es relevante hablar de la capacidad o poder militar de un país (por ejemplo, Estados Unidos) si éste no usa esa capacidad para atacar o para amenazar con atacar y poner en serio peligro a otro u otros países de la mayor importancia dentro del sistema, porque de ese modo no ejerce vital influencia en éstos. El equilibrio entre contrarios no sucede entre las capacidades o poderes militares de los países, sino entre las agresividades o agresiones (ataques y/o amenazas de ataques) de los mismos. En este tipo de equilibrio lo que importa es la agresividad (la cual es una forma de influencia), y la agresividad o competitividad de las competencias económicas es lo actualmente imperante, no la agresividad militar, cuando menos no una que por parte de Estados Unidos afecte vitalmente los intereses de los demás países más poderosos del mundo. Si Estados Unidos usara su capacidad militar para atacar o para amenazar con atacar y poner en serio peligro a países como Rusia, la Unión Europea, China y Japón, el resultado sería una alianza entre las capacidades militares de estos países y se producirían una bipolaridad militar y una tendencia al equilibrio militar mundial; sólo debido a que la capacidad militar se habría traducido en agresividad militar. Sin embargo de esta ausencia de agresiones militares estadounidenses de vital importancia mundial, no hay ausencia de recelo en otros países hacia los Estados Unidos debido a las guerras que ha liderado (en Irak y en Afganistán) desde el fin de la Guerra Fría (y por lo tanto dada la superioridad de su capacidad militar), y al desequilibrio que ello ha significado se deben los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra Estados Unidos por Al Qaeda, y la filtración de cientos de miles de documentos clasificados de Estados Unidos a WikiLeaks y su publicación en 2010, hechos que son resultado de una tendencia al equilibrio en cualquier sistema aislado. Los casos de la filtración de información clasificada y de su publicación, constituyen simultáneamente ejemplos de las tendencias a la rebipolarización interna y a la externa. Una conclusión de lo anterior es la primera ley de la conservación de la contrariedad y el equilibrio: Ley de rebipolarización: en cualquier sistema aislado, cualquier contrario al ser aislado de su contrario se divide internamente en dos contrarios de manera equilibrada (rebipolarización individual o social interna) o surge externamente otro contrario con el cual interacciona equilibradamente (rebipolarización social externa). * De manera similar al caso de la palabra "átomo" desde el punto de vista físico, el término "individuo" es inapropiado desde el punto de vista psicológico, puesto que el individuo es divisible y de hecho se bipolariza con frecuencia, como resultado de aislamiento con respecto a otros individuos. 5.3.2Ley de alternización Cuando se golpea momentáneamente hacia abajo con un pistón el agua de uno de dos vasos comunicantes, se produce momentáneamente un desequilibrio simultáneo entre los niveles de agua en uno y otro vaso, pues el nivel del agua desciende momentáneamente en el vaso en el que fue inducida la presión del golpe, al tiempo que asciende en el otro vaso. Sin embargo, enseguida el desequilibrio se invierte, puesto que el nivel del agua asciende en el vaso en que había descendido y desciende en el vaso en que había ascendido. Ese vaivén del agua de un vaso al otro implica una sucesión de desequilibrios simultáneos que se invierten, de la misma forma en que ocurre con los movimientos de una balanza en equilibrio cuando uno de sus lados recibe un impulso hacia abajo. La alternancia de desequilibrios inversos conforma una suerte de equilibrio, que llamaremos equilibrio alterno. Esto significa que un intento de inducir un desequilibrio de esa manera resulta en cierto modo infructuoso, porque de otro modo, alternadamente, el equilibrio permanece, se conserva. Lo mismo ocurre dentro de cualquier otro sistema internamente comunicado y externamente aislado. Segunda ley de la conservación de la contrariedad y el equilibrio: Ley de alternización: en cualquier sistema internamente comunicado y externamente aislado, el forzar una contrariedad o desequilibrio simultáneo resulta en una contrariedad o equilibrio alterno. En pocas palabras: todo desequilibrio simultáneo es un equilibrio alterno. 5.4Dificultad - Facilidad Es necesario distinguir dos tipos de dificultades y dos tipos de facilidades. Por ejemplo, el hecho de que una persona pobre decida no trabajar, implica facilidades mediales y dificultades efectuales. Es decir, esa persona decide seguir un camino fácil al no trabajar, pero esa forma de vida resulta en dificultades, en problemáticas consecuencias de esa facilidad elegida. Contrariamente, la decisión de trabajar implica dificultades mediales y facilidades efectuales. Al clasificar aquí el par dificultad - facilidad, me refiero a dificultad efectual - facilidad efectual, respectivamente. La finalidad en la vida es la facilidad, que solamente puede ser lograda mediante la existencia de la dificultad. La dificultad efectual es un contrario que resulta distensivamente, y la facilidad efectual resulta de acciones tensivas. Dicho de otro modo, es más fácil que haya dificultad que facilidad. 5.5Agresión - Protección Uno de los pares de contrarios más importantes entre los seres vivos, es agresión - protección, puesto que toda acción de cualquier ser vivo tiene como objetivo la protección (y no precisamente la vida, ni la muerte). ¿Cómo podríamos protegernos si no existiera la agresión? Toda protección (contrario de atracción) es una reacción contra una agresión (contrario de repulsión). Así que puesto que la protección es el objetivo de toda acción de los seres vivos, la agresión es la causa de toda acción de los seres vivos, a través de la protección. La protección es el fin (objetivo) en la vida; y la agresión es la causa, el fundamento de la vida. La agresión es el cimiento sobre el cual es edificada la vida. Así que si la agresión no existiera, la vida tampoco existiría, puesto que la protección no existiría. De hecho no sólo toda protección es efecto de agresión (presente o prevista), sino que la cantidad de protección dentro de cualquier sistema aislado, es equivalente a la cantidad de agresión (actual o prevista) dentro de ese sistema. Al igual que en todo otro par de contrarios, en el par agresión - protección hay equilibrio en cualquier sistema viviente externamente aislado e internamente comunicado. El par agresión - protección es cualitativamente asimétrico y cuantitativamente simétrico, como todo otro par de contrarios. En el capítulo 4, en la sección “Lo esencial del amor&?rdquo;, vimos que la vida individual (de los individuos) no tiene como objetivo la vida misma ni la muerte, sino la protección, por medio de la vida preferentemente, y por medio de la muerte como un último recurso. Toda acción tiene como objetivo la búsqueda de placer o la evitación de dolor, y cualquiera de estos dos objetivos sólo puede ser alcanzado por medio de la protección, la cual, a su vez, sólo puede ser alcanzada mediante la agresión. Agresión → Protección - Consecución de placer → Vida y Muerte La protección, como acción o como estado, sólo puede causar placer cuando hay necesidad de protección. En todos los seres vivos, cuando la necesidad de protección es totalmente satisfecha, y por lo tanto ya no hay necesidad de protección, esa necesidad es reemplazada por una necesidad (experimentada) de nueva necesidad de protección, porque esto es lo que posibilita que haya una nueva consecución de protección y, como resultado, una renovación del placer que fue perdido mediante la total satisfacción (saciedad). La única forma de crear esa nueva necesidad de protección es mediante la presencia de nueva agresión. Por esto, la necesidad (experimentada) de necesidad de protección, crea indefectiblemente una necesidad (sentida) de agresión, que impele a los individuos a buscar la agresión y a producirla (cuando no es encontrada o es encontrada en cantidad inferior a la necesitada). La Figura 5 muestra un macrosistema social externamente aislado e internamente comunicado, como el planeta Tierra. En el primer nivel contiene 3 subsistemas sociales, similares a países o bloques de países en la Tierra, en interacción recíproca. Cada uno de estos tres conjuntos, a su vez, contiene otros subsistemas sociales, en interacción recíproca y con el exterior (es decir, con sistemas del nivel superior). El color azul subido y la distancia que separa a los conjuntos A y C representan la repulsión entre éstos. Los subsistemas dentro de los conjuntos en repulsión, en hostilidad o en guerra (A y C) se encuentran más unidos que los del conjunto B, que se halla relativamente al margen de las agresiones. La atracción y la protección entre los subsistemas obedecen, respectivamente, en gran medida a la repulsión y la agresión entre los sistemas en que se encuentran. Figura 5
La cantidad de protección o atracción dentro de cualquier subsistema es en gran parte efecto de la cantidad de agresión o repulsión entre ese subsistema y otro subsistema de su mismo nivel. Por ejemplo, la cantidad de acercamiento, unión y solidaridad entre los connacionales es en gran parte resultado de la cantidad de alejamiento, separación y hostilidad en relación con los extranjeros. Cuanto mayor es la repulsión o agresión entre dos sistemas sociales, tanto mayor es la atracción o protección entre las partes, los subsistemas, que componen a esos sistemas. El progreso de los seres vivos es directamente resultado de la protección, y es indirectamente, primordialmente, resultado de la agresión. Dicho brevemente, el grado de progreso de los seres vivos en un sistema sólo puede llegar hasta donde llega el grado de agresión (presente o prevista) en ese sistema, porque sólo hasta ese punto puede llegar el grado de protección. 5.6Guerra - Paz Así como la protección es imposible sin la existencia de la agresión, la existencia de la paz (contrario de atracción) es imposible sin la existencia de la guerra (contrario de repulsión). La guerra es el fundamento, el medio, la causa de la existencia de la paz. Sin la existencia de guerra la paz no sería valorada y, por lo tanto, no existiría tampoco. Y sin la existencia de la paz no sería valorada la vida y tampoco ésta existiría. La guerra (la agresión a gran escala) es el motor del progreso y de la vida (la protección). Existe una gran diversidad de formas de satisfacer la necesidad cotidiana de agresión que sienten las personas como medio para valorar la vida protegiéndose y protegiendo, en realidad o en fantasía: juguetes, juegos de computadora, deportes, películas, obras de teatro, literatura, música, por ejemplo. Estos recursos de satisfacción de la necesidad de agresión cuyo fin es hacer posible la protección, contienen en mayor medida temas relacionados con la guerra en las épocas en que la necesidad de guerra está presente, lo cual ocurre periódicamente dependiendo de la necesidad de protección a gran escala. Aunque hay muchas formas de simulación de muy serias agresiones y protecciones, que desempeñan un importante papel en dicha satisfacción de la necesidad de agresión y protección, tales simulaciones no pueden ni podrán nunca sustituir por completo, ni mucho menos, las formas reales de agresiones y protecciones muy serias, debido a que el progreso y la vida no son simulaciones, sino necesidades muy serias y muy fuertes, que sólo pueden existir y avanzar como efecto de realidades igualmente serias. Y ello no es algo para cuya existencia sea preciso el conocimiento o consciencia de los seres vivos participantes; el Universo es de tal modo que independientemente de la conciencia de la forma en que la vida se sostiene y progresa, los seres vivos siguen sus necesidades individuales y colectivas fundamentales y cumplen de ese modo el progreso y la evolución de la vida en conjunto. La cantidad de atracción (o protección, en su caso) es mayor y la cantidad de repulsión (o agresión, en su caso) es menor entre los sistemas de los niveles más bajos que entre los sistemas de los niveles más altos, como puede verse en la figura 6. Por ejemplo, la atracción y la unión son más fuertes entre los quarks de un mismo protón que entre ese protón y otros protones; la atracción y la unión son más fuertes entre los protones de un mismo átomo que entre los protones y electrones de ese átomo; la atracción y la unión son más fuertes entre los protones y electrones de un mismo átomo que entre ese átomo y otros átomos; la atracción y la unión son más fuertes entre los átomos de una misma molécula que entre esa molécula y otras moléculas; la atracción y la unión son más fuertes entre las moléculas de una misma célula que entre esa célula y otras células; la atracción y la unión son más fuertes entre las neuronas o células del sistema nervioso de un individuo que entre las distintas partes de la personalidad de ese individuo; al mismo tiempo, la atracción y la unión entre estas partes de la psique de un individuo son más fuertes que entre ese individuo y otros individuos; a la vez, la atracción y la unión son más fuertes entre los individuos (por ejemplo, entre los miembros de las parejas) que entre las parejas; la atracción y la unión son más fuertes entre las parejas o las familias de una misma colonia que entre esa colonia y otras colonias; la atracción y la unión son más fuertes entre las colonias de una misma ciudad que entre esa ciudad y otras ciudades; la atracción y la unión son más fuertes entre las ciudades de un mismo estado que entre ese estado y otros estados; simultáneamente, la atracción y la unión son más fuertes entre los estados de un mismo país que entre ese país y otros países; también, la atracción y la unión son más fuertes entre los países de un mismo bloque de países que entre ese bloque de países y otros bloques de países; la atracción y la unión son más fuertes entre los bloques de países de un mismo mundo que entre ese mundo y otros mundos; y así sucesivamente. Y esta mayor atracción en los niveles bajos se equilibra con la mayor repulsión en los niveles altos. Esta asimetría cualitativa entre los niveles bajos y los altos, se debe a que la repulsión de los niveles superiores produce atracción en todos los niveles inferiores (cuando menos en todos los niveles de sistemas compuestos de materia animada), haciendo más fuerte la atracción en la medida en que son más bajos los niveles. Cuando hay repulsión (o, en su caso, agresión) en un nivel superior de los sistemas, aumenta la atracción (o, en su caso, protección) y disminuye la repulsión en todos los subsistemas de los niveles inferiores. Así, en un nivel bajo de sistemas, como, por ejemplo, el de los individuos, se acumulan las atracciones generadas por las repulsiones de los niveles más altos, por ejemplo, por los conflictos interfamiliares, la rivalidad deportiva entre las ciudades del mismo país al que los individuos pertenecen, la competencia entre los partidos políticos, etc.; y por esto hay mayor atracción entre los individuos que, por ejemplo, entre los partidos políticos. Cuando hay guerra u hostilidad, es decir, repulsión, entre países, normalmente la atracción, unión y protección aumentan y la repulsión, desunión y agresión disminuyen entre los partidos políticos de cada uno de los países; pero también la atracción, unión (cohesión social) y protección se incrementa y la repulsión, desunión (hostilidad) y agresión decrece entre todas las partes o sistemas que están en los niveles inferiores que conforman cada país: entre los estados, entre las ciudades, entre las colonias, entre las familias, entre los individuos, entre las partes que componen la personalidad de los individuos y posiblemente incluso entre las células de los individuos. En los niveles más altos, como, por ejemplo, el de los partidos políticos y el de las empresas, la atracción puede ser tan escasa y la repulsión tan abundante, que lo predominante es la repulsión o rivalidad; sin embargo, incluso en estos niveles la atracción y unión (o cooperación) aumenta y la repulsión o desunión (hostilidad) decrece cuando son en un país que está en guerra o conflicto con otro país o su equivalente en materia de seguridad nacional (por ejemplo, una organización terrorista). En síntesis, en los sistemas de los niveles más bajos lo predominante es la atracción, mientras que en los sistemas de los niveles más altos lo que predomina es la repulsión (u hostilidad, en su caso). Y ambas contrarias predominancias están en equilibrio entre sí, en un equilibrio internivel. A la luz de estas consideraciones, podemos entender mejor no sólo cómo interactúan la agresión y la protección y la guerra y la paz, sino también la repulsión y la atracción en el Universo a mayor escala, en la materia inanimada, como veremos un poco más adelante. 5.7Ley de inautodestrucción La existencia de guerras en las que ha participado gran parte de la Humanidad, así como la proliferación desmesurada de armamento de destrucción masiva, hacen pensar que podría desatarse una guerra descontrolada que destruyera a la Humanidad o la hiciera retroceder en su progreso. Sin embargo, la necesidad de agresión masiva que se satisface mediante las guerras nunca sobrepasa los límites de la necesidad de protección masiva, y contra lo que comúnmente se cree, la agresión en las guerras no tiene como finalidad la agresión en sí misma, sino la satisfacción de la necesidad de protección, mediante la única forma posible: la agresión. Es decir, la agresión no es nunca un fin en sí mismo, sino sólo un medio hacia la protección. Por esto, tan pronto como una guerra satisface tal necesidad de protección, la agresión decrece. Y por ello una guerra mundial descontrolada e ilimitada debida a una insaciable y desenfrenada necesidad de agresión no sería posible. Aunque sí sería posible que un accidente desatara una catástrofe nuclear tan grande, que aniquilara a la Humanidad, dicha limitación a la capacidad de destrucción es determinante en la evolución de los seres vivos. Ley de inautodestrucción: la autodestrucción de cualquier sistema social aislado es imposible excepto de manera accidental. 5.8Muerte - Vida En cuanto a la vida y la muerte, suele creerse que, de una u otra forma, se podría alcanzar la vida eterna, lo que implica la creencia en que la vida puede ser independiente de la muerte. Sin embargo, semejante vida, carente de muerte, en ningún lugar ni tiempo puede ser, debido a que la perspectiva de la muerte es lo que lleva al individuo a valorar la vida. La vida se mantiene sólo cuando quien la tiene la valora, y quien la tiene la valora sólo cuando ve ante sí la posibilidad de no seguir teniéndola. Así, la vida no sería en absoluto valorada ante la ausencia de la posibilidad de que la muerte ocurra, y, por lo tanto, no podría existir. La única posibilidad de que exista la vida (contrario de atracción) es mediante la existencia de la muerte (contrario de repulsión). Si la muerte no fuera posible, no habría ninguna necesidad de protegerse y nadie se protegería; es decir, no habría ningún progreso y de hecho la vida, que es un constante proceso de protección, no existiría. La muerte es el sustento, es el cimiento de la vida. La vida es el fin u objetivo; la muerte, sabida como posible, el medio hacia ella. La existencia de la muerte no sólo es imprescindible para la existencia de la vida, sino que para que pueda ser posible la vida, es necesario que su duración no rebase cierto límite, que no sea demasiado larga. Si la vida es demasiado larga, su valoración decrece y el progreso se reduce. De hecho es preciso que la duración de la vida sea corta para que sea como tal percibida y que los individuos se sientan impulsados a realizar lo más pronto posible cualesquiera acciones que impliquen progreso. La posibilidad de la muerte no es sólo la causa de que exista vida, sino que del grado en que tal riesgo está presente pende, en proporción directa, el grado en que hay vida y progreso. Cuanto mayor es el peligro que se corre de perder materialmente o en prestigio en una empresa, con tanto mayores esfuerzo y cuidado suele trabajarse en ella; pensando, descubriendo y creando formas de superación. Pero cuando lo que está en riesgo es la vida, son tales empeño y atención mucho mayores: en la construcción de edificios, puentes, aviones, automóviles, etc., y en estos y en gran cantidad de otros adelantos en tiempo o en previsión de guerra. Mientras que la mortalidad es forzosa en el caso de los individuos, en el caso de las colectividades es solamente posible; la inmortalidad en éstas sí es posible. La mortalidad de los individuos (contrario de repulsión) es la base, la causa, el costo de la inmortalidad de la colectividad (contrario de atracción). La mortalidad forzosa de los individuos es la forma en que la vida asegura la existencia de la posible inmortalidad colectiva. La finitud de las partes (individuos) en la prolongación de la vida es la causa de la infinitud del todo (colectividad) en la prolongación de la vida. La vida colectiva puede ser eterna porque la vida individual es temporal. La temporalidad (contrario de repulsión) es causa de la eternidad (contrario de atracción). 5.9Inutilidad - Utilidad e Imperfección - Perfección Los contrarios de repulsión inutilidad e imperfección, constituyen los medios, la base, para la existencia de sus respectivos contrarios de atracción utilidad y perfección. Lo inútil y lo útil de un modo absoluto o perfecto, no puede existir. (Absolutamente inútil, sería lo para todo inútil, y absolutamente útil lo útil para todo.) Todo es relativamente inútil y útil a la vez, puesto que todo es imperfecto. Si lo inútil no existiera, no podría existir tampoco lo útil, ya que no podría con nada contrastarse. Todo cuanto existe en el Universo es imperfecto relativamente o, dicho de otro modo, relativamente perfecto. Lo cual es otra forma de enunciar el hecho de que todo cuanto existe obedece a contrariedad. En todo lo existente puede verse claramente la contrariedad, la relativez y la imperfección. Ahora bien, esta relativa imperfección que existe en todo el Universo, es la razón por la que el Universo visto como un todo y no en sus partes, es perfecto de un modo absoluto. Dicho de otra forma, el Universo es absolutamente perfecto, porque todo en él es imperfecto relativamente. La relativa imperfección (contrario de repulsión) es la causa de la absoluta perfección (contrario de atracción). Para ver más claro en lo anterior, será preciso distinguir dos formas de observar el Universo, así como la vida en él, que denominaremos punto de vista externo o perspectiva externa y punto de vista interno o perspectiva interna. El alcance de la Teoría del Equilibrio Universal, se debe en gran medida justamente a un observar el Universo, y la vida, desde un punto de vista externo, contra lo hecho, casi por completo, desde siempre hasta ahora por la Humanidad. Desde el interior, visto en sus partes, el Universo es en todo imperfecto. Pero visto en un solo conjunto, desde el exterior, es del todo perfecto. El punto de vista externo y el interno, llevan a menudo a conclusiones entre sí contrarias. Sin embargo, según hemos visto y seguiremos viendo, ambas perspectivas están en lo cierto. Tanto es verdadero que, desde una perspectiva interna, el Universo es imperfecto, como que es absolutamente perfecto, desde la externa. El punto de vista externo, al contradecir al interno no lo desmiente, sino que lo complementa. Y así, por ejemplo, mientras que lo inútil es internamente inútil, es externamente útil, puesto que lo inútil sirve a la existencia de lo útil desde un punto de vista externo. Así mismo, mientras que lo malo o inconveniente es tal internamente, es bueno o conveniente externamente.
CAPÍTULO6
Futuro de la Humanidad
6.1Guerra - Paz De acuerdo con la ley de inautodestrucción, son altas las probabilidades de que la Humanidad sobreviva por largo tiempo mientras continúe aislada de otras civilizaciones. Sin embargo, las probabilidades no son tan altas si la Humanidad entra en contacto con alguna civilización extraterrestre, especialmente si ésta es de progreso superior al nuestro. La sistemática exclusión de los contrarios de repulsión, ha llevado a la Humanidad a idealizar hasta ahora las cualidades de las civilizaciones extraterrestres más avanzadas que la nuestra, con base en el supuesto equivocado de que el incremento del progreso implica un aumento de paz en el comportamiento. Sin embargo, puesto que el progreso es directamente proporcional a la agresión presente, las probabilidades de contactar con una civilización muy avanzada y muy belicosa son tan altas como las de encontrar una civilización muy avanzada y muy pacífica. No hay ni puede haber en todo el Universo ni una civilización aislada en la que pueda haber puramente paz. No importa cuántos siglos o milenios sea una civilización más avanzada que la nuestra, aunque habrá en ella un considerable progreso en la administración de la justicia, ésta existirá sólo como reacción a la presencia de injusticias sumamente graves. Y esa parte sumamente injusta dispondrá de poder, tecnología y conocimientos casi tan avanzados como los del lado justo. 6.2Conservadurismo - Liberalismo La observación de en qué dirección viene dándose el progreso de la Humanidad, permite predecir que la liberalidad (contrario de atracción) continuará aumentando paulatinamente. Ello no implicará la desaparición del conservadurismo (contrario de repulsión), aunque sí tal como ahora lo conocemos. Lo que actualmente es considerado liberal en el futuro será adjetivado de conservador. La sensibilidad (contrario de atracción) va por lo general unida a la liberalidad, causalmente. Entre la gente más sensible (por ejemplo, la dedicada a la defensa de los derechos humanos o de los animales) las personas liberales predominan sobre las conservadoras. La sensibilidad es otra cualidad que ha venido aumentando con el progreso y que predeciblemente seguirá creciendo, con una paulatina redefinición de la relativa insensibilidad. Las personas que poseen en un grado eminente sensibilidad y las que la poseen escasamente, suelen ser consideradas, respectivamente, de una gran insensibilidad y muy sensibles por la gente muy escasa en sensibilidad, del mismo modo en que quienes poseen inteligencia en grado sumo y quienes la poseen exiguamente suelen ser catalogados, respectivamente, como idiotas (o enfermos mentales) y geniales por la gente idiota (o mentalmente enferma).
CAPÍTULO7
Teoría de la repulsión gravitacional
7.1Origen y expansión del Universo De acuerdo con la Teoría del Equilibrio Universal, cualquier forma de atracción es resultado de la existencia de repulsión, la cual a la vez es cuantitativamente equivalente a esa atracción. Así como, por ejemplo, la atracción o protección que une los estados que conforman un país se debe en gran parte a la relativa repulsión o agresión entre ese país y otros, la atracción que une a las estrellas que conforman una galaxia se debe en gran medida a la relativa repulsión entre esa galaxia y otras. Las estrellas son como los ciudadanos de un país (galaxia) que se atraen y unen (gravitacionalmente) en gran medida porque están en guerra (en repulsión gravitacional) con otros países (galaxias). Dicho de otra forma: los ciudadanos son como las estrellas de una galaxia (país) que se atraen y unen (protectivamente) en gran medida porque están en expansión (en guerra, agresivamente) con respecto a otras galaxias (países). Como mencioné en la sección “Guerra - Paz” del capítulo 5, la repulsión es mayor en proporción directa al tamaño de las estructuras de la materia. Y a la inversa la atracción es mayor en las estructuras más pequeñas de la materia. (Véase la Figura 6) Por ejemplo, la atracción y la unión son más fuertes entre los quarks de un mismo protón que entre ese protón y otros protones; la atracción y la unión son más fuertes entre los protones de un mismo átomo que entre los protones y electrones de ese átomo; la atracción y la unión son más fuertes entre los protones y electrones de un mismo átomo que entre ese átomo y otros átomos; la atracción y la unión son más fuertes entre los átomos de una misma molécula que entre esa molécula y otras moléculas; la atracción y la unión son más fuertes entre las estrellas y los planetas que las orbitan que entre las estrellas; la atracción y la unión son más fuertes entre las estrellas de un mismo cúmulo estelar que entre ese cúmulo estelar y otros cúmulos estelares; la atracción y la unión son más fuertes entre los cúmulos estelares de una misma galaxia que entre esa galaxia y otras galaxias; la atracción y la unión son más fuertes entre las galaxias de un mismo cúmulo de galaxias que entre ese cúmulo y otros cúmulos; la atracción y la unión son más fuertes entre los cúmulos de un mismo supercúmulo que entre ese supercúmulo y otros supercúmulos. La atracción predominante en las relativamente pequeñas estructuras de la materia se equilibra con la repulsión predominante en las más grandes estructuras. Esta diferencia cualitativa entre las pequeñas y las grandes estructuras de la materia, se debe a que la repulsión de las más grandes estructuras produce un aumento de atracción y una disminución de repulsión en todos los niveles inferiores de subestructuras, con lo cual se acumula la atracción en la medida en que las estructuras son menores. Esto explica por qué las galaxias se alejan a mayor velocidad de la Vía Láctea cuanto más alejadas se encuentran de ella. Lo cual es análogo al hecho de que la repulsión que se siente por las personas de un país contra el cual el propio país está en guerra incrementa la atracción que se siente por las personas del propio país. El equilibrio internivel consiste en que la predominancia de la repulsión gravitacional entre los supercúmulos de galaxias, en los niveles superiores, se equilibra con la predominancia de la atracción gravitacional entre los planetas, en los niveles inferiores, incluyendo posiblemente la atracción electromagnética, nuclear fuerte y nuclear débil, entre las moléculas, entre los átomos y entre las partículas subatómicas; en este último caso, la enorme repulsión entre los supercúmulos de galaxias y entre otras grandes estructuras de la materia se equilibra con la enorme atracción entre los quarks y entre otras relativamente pequeñas estructuras de la materia. La repulsión gravitacional no constituye una quinta interacción fundamental, sino otro aspecto, complementario, de la atracción gravitacional. La atracción gravitacional es un resultado de la repulsión gravitacional. Figura 6
Las teorías astrofísicas hasta ahora más aceptadas, no toman en cuenta dicha causalidad de la repulsión en la atracción gravitacional. Sin embargo, de acuerdo con la Teoría del Equilibrio Universal si retrocedemos en el tiempo hacia el origen del Universo, encontraremos que si la repulsión que actualmente está expandiendo el Universo era menor hasta el grado de que las galaxias estaban muy juntas unas con otras, entonces la atracción gravitacional que une, por ejemplo, las estrellas de las galaxias era también mucho menor y las estrellas estaban mucho más separadas entre sí que en la actualidad. En otras palabras, la tendencia a la aglomeración gravitacional de todas las galaxias en un solo punto en el pasado es imposible, porque implicaría necesariamente una progresiva tendencia a la disolución gravitacional —cuando menos gravitacional, y tal vez también electromagnética, nuclear fuerte y nuclear débil— de las estrellas. En el pasado no hubo una concentración de toda la materia, sino una disolución de toda la materia, incluso probablemente en las estructuras más pequeñas. Nunca hubo una Gran Explosión como origen del Universo, porque la concentración de toda la materia en un solo punto habría sido una monopolaridad, una existencia de únicamente atracción, lo cual sería imposible porque la repulsión es la causa de la atracción y necesariamente está cuantitativamente en equilibrio con la atracción. Tampoco es posible la existencia de un equilibrio alterno o temporal entre atracción y repulsión, puesto que lo que actualmente existe es un equilibrio simultáneo o espacial entre repulsión y atracción y no una monopolaridad consistente en sólo repulsión, y por lo tanto no pudo existir en el pasado una monopolaridad consistente en sólo atracción, que se equilibrara alternamente con dicha inexistente monopolaridad repulsiva de la actualidad. Una disminución extrema de toda repulsión en el Universo, causaría una disminución extrema de toda atracción, de tal modo que toda la materia se disolvería hasta el grado de ser indetectable, como si no existiera. La disolución sería en múltiples puntos del Universo. (Véase en la Figura 7 una simulación por computadora.) Dicho de otro modo: el Universo debe haberse originado en múltiples puntos, formándose pequeñas aglomeraciones de materia como consecuencia de la presencia de repulsión entre esas múltiples aglomeraciones. Figura 7-1 Figura 7-2 Figura 7-3 Figura 7-4 Figura 7-5 Figura 7-6 Figura 7-7 Figura 7-8 Figura 7-9
Figura 7-10
Figura 7-11
Simulación animada:
Las galaxias, como los estados mediante la guerra, se formaron/consolidaron mediante la repulsión. Puesto que la materia es concreta, incluso, en rigor, en su estado gaseoso, es resultado del espacio, dado que éste al deformarse la concreta, la construye. La deformación (contrario de repulsión) del espacio es causa de la formación (contrario de atracción) de la materia. La interacción entre repulsión gravitacional y atracción gravitacional, así como la expansión del Universo y su estructura a gran escala, pueden ejemplificarse claramente mediante la siguiente analogía: es necesario imaginar una enorme tela cubierta de granos de arena. Esa tela se infla en múltiples puntos formando protuberancias parecidas a burbujas de jabón (distorsiones del espacio-tiempo). Al ocurrir esto, muchos granos de arena se deslizan por la superficie de la tela, formando aglomeraciones, en forma de filamentos, entre las burbujas. Esta analogía no sólo coincide con las observaciones astronómicas que se han hecho a gran escala, sino que además explica claramente la causalidad recíproca repulsión → atracción → repulsión: las convexidades (repulsión gravitacional) de las burbujas producen las concavidades (atracción gravitacional) entre ellas, y las concavidades (atracción gravitacional) entre las burbujas, a su vez, producen las convexidades (repulsión gravitacional) de las burbujas. 7.2Tamaño del Universo A lo largo de este libro hemos visto que el Universo está constituido de una forma mucho más inteligente que como antes se pensaba. Y de hecho al investigar es preciso tomar en cuenta esa elevada inteligencia, porque constituye una guía hacia nuevos descubrimientos. Un Universo tan inteligentemente constituido en favor de la vida no implicaría el absurdo de ser de tal modo que los seres vivos que alberga se asfixiaran algún día por la falta de espacio y conocimiento. Dicho de otro modo, sería absurdo, y por tanto imposible, que el Universo fuera finito, por grande que fuera. Lo más inteligente sería un Universo que sin ser infinito en sí mismo lo fuera para los seres vivos. Y ejemplos de resolver tal problema de esta manera ya los hay en la relación de los seres vivos con el Universo. Cada vez, por ejemplo, que se hace un descubrimiento, cada respuesta a la cuestión resuelta trae consigo nuevas preguntas, de modo que nunca se alcanza un conocimiento completo que dé por concluida la vital tarea de investigar y conocer nuevas cosas. El misterio es infinito (para los seres vivos). Es interesante la inteligencia que implica este proceso porque no consiste en una frustración continua, lo cual sería contraproducente por el desaliento que traería, sino en una renovación de las incógnitas que viene aparejada con las respuestas, es decir, con la satisfacción de la necesidad de conocer. Aun cuando muchas personas no alcancen a notar ninguna pregunta en las respuestas, muchas otras sí las encuentran. Por ejemplo, aun cuando tras mis investigaciones he hallado respuestas a muchas preguntas, actualmente tengo muchas más preguntas sin responder que al principio, y, sin embargo, no me siento frustrado por ello, sino sólo retado a hacer otros descubrimientos, afortunadamente. También, es de señalar que es más inteligente que las preguntas vayan apareciendo conforme se van haciendo los descubrimientos que lo que sería su aparición total (infinita) de una sola vez, porque esto sería muy abrumador. Estas formas naturales de estimulación de la continuación de una determinada actividad, son artificialmente utilizadas por muchas empresas para estimular a sus clientes a seguir comprando indefinidamente en ellas, dándoles en las compras puntos o cupones canjeables por descuentos en futuras compras, o por más mercancía o más servicios. Las preguntas que vienen con las respuestas al investigar, son como los puntos o cupones que vienen con la mercancía o servicios al comprar. En ambos casos la tendencia y la finalidad son a una actividad infinita. Los avances de la ciencia y la tecnología, permitirán en el futuro descubrir alguna forma análoga de una especie de engrandecimiento del Universo que se produce conforme los seres vivos tratan de encontrar límites a su tamaño. Es posible predecir que el Universo no es finito ni infinito en sí, y que el preguntarse a este respecto no tiene sentido en realidad. Sólo es posible hablar de que el Universo nos es infinito.
Apéndice: Otro ejemplo de rechazo de los contrarios de repulsión El rechazo del ser humano de los contrarios de repulsión es sistemático. Se le puede hallar en todas partes. Por ejemplo, en la publicación de las cartas a Nora Barnacle, de Joyce, y de Freud a Martha Bernays. Sin duda una razón central para que tales cartas se publiquen, es hacer posible conocer a Joyce y a Freud un tanto más, mediante sus aspectos íntimos. No obstante, en uno y otro caso, que yo sepa (en español; mas no me extrañaría que igual fuera en todo otro idioma), solamente las cartas de Freud y de Joyce, y nunca las de sus parejas, se publican. Lo cual es por demás absurdo. Indudablemente las cartas escritas por parejas de protagonistas de la historia a éstos, no poseen, en los más de los casos, la maestría y el lustre en la ciencia o el arte que distingue o se atribuye a quienes de ellas hicieron objeto de amor. Sin embargo, a nadie puede conocerse de verdad sin que a ello no sea imprescindible conocer aquello que ama, o protege, o valora, o pretende, o desea; igual que lo que odia, o combate, o desdeña, o rehúye, o le causa temor. Así, tratar de conocer a Freud sin conocer a Martha Bernays es, en parte, tan poco eficaz como sería el intento de entender qué es una acción menospreciando conocer también el fin o el motivo que la impulsó. (Si bien de un choque de auto cabe deducir la fuerza y dirección con que ocurrió y con estos datos es posible predecir la colisión, de la acción ni el motivo ni el estado anímico se deducen con seguridad: el choque, pudo igual tener origen en tristeza que alegría, o en duda que confianza demasiadas, por ejemplo.) De alguien que a menudo ríe puede afirmarse que es alegre, pero tal es menos conocer a ese alguien que saber también las compañías y circunstancias con que se halla cuando ríe. De quienes de continuo andan sonrientes, puede crearse, con base en tal hecho, un mismo juicio; pero pueden éstas ser cuatro personas muy distintas entre sí: dos acompañadas favorablemente: una sonriente gracias a esto, la otra pese a esto; dos adversamente acompañadas: una que sonríe por esto y la otra en contra de esto. Así, el conocimiento en torno a Freud y a Joyce, al que sus cartas permiten llegar, es reducido a lo descriptivo, a consecuencias cuyas causas son desconocidas; por lo cual no menos a ellos se les desconoce. Por defensa a tales omisiones, se podría alegar que la correspondencia de ellas —las parejas, mujeres u hombres, de hombres y mujeres descollantes— es mediocre en buena parte, y hasta obtusa, ambigua y abundante en otras muy diversas faltas; sin embargo, no solamente esto no le sustrae importancia, sino que la vuelve de un modo especial significativa. Un muy erróneo y frecuente concepto de genio es el que se desinteresa de su lado motivacional. Un genio, lo mismo que ocurre entre gente común, en muchos casos es en gran medida efecto (contrario de atracción), de un modo u otro, de su pareja (contrario de repulsión). El fin, en este caso, es ciertamente conocer a Freud y a Joyce; pero el medio en gran manera es Bernays y Barnacle; medios que, como es común frente a contrarios de repulsión, o se tienen en menos o, de plano, se pasan de largo. Las cartas solas de un miembro de un par que se cartea son tan absurdas como en el boxeo sería que no enfocara toda cámara sino al campeón, mirándose éste como quien boxea con nada. Estos simples hechos son muy a propósito para, metafóricamente, añadir que buena parte de lo mal entendido que hasta ahora el Universo ha sido por el ser humano, es resultado de que mientras cuanto existe tiene su sentido en un diálogo entre contrarios, los humanos han querido descifrarlo todo de un monólogo, irreal, que han visto en los contrarios de atracción.
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